29 de agosto de 2024
La Biblia IV: Yahvé

Después de las varias interpretaciones y opiniones sobre la Biblia que he mostrado, llega el momento de que yo haga mi propia lectura y pueda comprobar si Mauro Biglino tiene razón o no. La traducción que voy a usar, como ya he indicado en artículos anteriores, es la llamada Biblia de Jerusalén, en su 4ª edición. Esta Biblia está publicada por la editorial francesa Desclée de Brouwer y su traducción directa del hebreo ha sido dirigida por la Escuela Bíblica de Jerusalén (École Biblique et Archéologique Française de Jérusalem, EBAF), institución académica francesa en Jerusalén. La traducción al castellano fue aprobada en la CCXII reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española el 18 de febrero de 2009. Está considerada por casi todos los especialistas como la traducción más fiel al original hebreo disponible en castellano.

¿Quién fue Yahvé?

La primera cuestión que se suscita es la verdadera naturaleza del tetragrámaton, esa entidad que se hace llamar Yahvé y que protagoniza todo el Antiguo Testamento. El mismo nombre de Yahvé ha sido objeto de controversias de todo tipo. Los judíos tienen miedo de decir su nombre y, en general, han optado por llamarlo Adonai ("Señor"). Por esta razón, la Septuaginta tradujo Yahvé como Kýrios, que también significa "señor". Y, de ahí, la traducción más frecuente al castellano de "el Señor".

Yahvé en hebreo no quiere decir "señor" ni tiene un significado concreto. De entrada, en los manuscritos protomasoréticos lo que se encuentra son cuatro consonantes: 𐤉𐤄𐤅𐤄, adaptadas luego a la escritura aramea como יהוה, que equivalen a YHWH. Esto es así porque la costumbre de aquellos escribas era no incluir nunca las vocales, se supone que para ahorrar espacio en los pergaminos. Entonces, realmente no hay ni tan siquiera certeza en cuanto a la pronunciación correcta del término. Hasta el siglo IV no se llegó a la pronunciación actual, en los siglos anteriores se fue pronunciando como "iao", "iau", "iae", "iaue", "iavo", "iaua", "yeua" o "iava". El consenso masorético lo fijó como Yahvé basándose, supuestamente, en la tradición oral y litúrgica.

No habiendo ni conocimiento de cómo algo se pronuncia, difícilmente se podrá determinar su origen etimológico. Son muchas las teorías que han ido surgiendo, ninguna concluyente. Se habla de un causativo del verbo "existir", pero ese causativo no aparece ninguna otra vez en toda la Biblia. Se esgrimen otras teorías peregrinas, pero sólo hay tres cosas ciertas:

  1. La entidad autodenominada Yahvé se pone a sí misma el nombre como un nombre propio.
  2. Después de tres milenios, aún no se ha encontrado un significado concreto.
  3. Las traducciones se han basado en el deseo de no pronunciar el término, no en su etimología.

Sin embargo, leyendo el pasaje de Éxodo 3:13-15, parece claro que el término Yahvé se origina en algún juego de palabras alrededor del verbo "ser" o "existir":

Contestó Moisés a Dios: "Si, cuando vaya a los israelitas y les diga: 'El dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros', ellos me preguntan: '¿Cuál es su nombre?', ¿qué les responderé?".
Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy". Y añadió: "Esto dirás a los israelitas: 'Yo soy' me ha enviado a vosotros". Siguió Dios diciendo a Moisés: "Esto dirás a los israelitas: 'Yahvé, el dios de vuestros padres, el dios de Abrahán, el dios de Isaac y el dios de Jacob me ha enviado a vosotros'. Éste es mi nombre para siempre; por él seré recordado generación tras generación".

Todos los nombres vienen de algún sitio. El mío viene del germánico Adalberto, que se compone de adal y beraht, "noble" e "ilustre". Mi apellido significa simplemente "nogal", pero en Alemania no me van a llamar Adalbert Walnussbaum.

Cuando alguien dice que se llama de una manera, se llama así, y no se van haciendo traducciones ni poniendo pseudónimos, por lo que Yahvé es Yahvé.

Más complicada es la traducción del término elohim, que sí que tiene un significado concreto en hebreo. El problema es que ese significado no se corresponde con las traducciones que se vienen haciendo. El significado de un término se tiene que desprender de su uso concreto, por lo que lo primero que voy a hacer es citar varios pasajes manteniendo el término sin traducir:

Génesis 26:24:

Yo soy el elohim de tu padre Abrahán.

Génesis 31:13:

Yo soy el elohim que se te apareció en Betel.

Génesis 31:29:

Que conste que tengo poder para hacerte daño; pero el elohim de tu padre me dijo ayer noche que me guardase de hablar contigo.

Éxodo 3:18:

Yahvé, el elohim de los hebreos, se nos ha aparecido.

Deuteronomio 32:12:

Sólo Yahvé lo guía a su destino,
con él ningún elohim extranjero.

¿Queda alguna duda de que elohim aquí se está usando como sustantivo común? Por tanto, ni tan siquiera la traducción como "dios" en minúscula me parece correcta, porque enseguida entramos en el concepto monoteísta de Dios, en la interpretación platónica que hace la Septuaginta. El significado de elohim en esos pasajes es el de "ser sobrenatural", un tipo de ser, no una entidad concreta. Ese mismo significado es el que tienen los términos theoi, deva, viracocha, dev, afrie u orishá en otras culturas. Se habla de "politeísmo", pero el término no es apropiado. El politeísmo no es una multiplicidad de dioses monoteístas, sino un culto a un ser superior no humano con una existencia física, de ahí sus continuas representaciones pictóricas o escultóricas.

Otra cosa que queda clara es que Yahvé es un elohim, uno más. El mejor pasaje para ilustrar esto es Jueces 11:24:

¿No posees ya todo lo que tu elohim Camós ha quitado para ti a sus poseedores? Pues igualmente nosotros poseemos todo lo que Yahvé, nuestro elohim, ha quitado para nosotros a sus poseedores.

Aquí aparece incluso el nombre concreto del otro elohim, Camós, y es muy significativo que se indique que Camós también quitaba tierras a sus poseedores para darlas a su grupo protegido, es decir, que había otras "tierras prometidas" y que Camós era lo mismo que Yahvé. En concreto, eran los amonitas los que estaban bajo la jurisdicción de Camós.

En Génesis 31:53, Jacob habla con su suegro por una disputa de tierras y propone un arbitraje:

El elohim de Abrahán y el elohim de Najor juzguen entre nosotros.

Aquí es muy interesante cómo se han hecho las traducciones. La Biblia de Jerusalén traduce con fidelidad al original:

El dios de Abrahán y el dios de Najor juzguen entre nosotros.

Pero la Biblia de Navarra traduce:

Que el Dios de Abrahán y Dios de Najor, el Dios de sus padres, juzgue entre nosotros.

De entrada, lo que hace esta traducción es tergiversar el significado quitando el artículo de la segunda parte del sujeto, para dejar claro que sólo existe un Dios con mayúscula, cosa que nada tiene que ver con lo que pone en hebreo. Luego, aparece la aposición "el Dios de sus padres", que ha sido omitida en la Biblia de Jerusalén porque, según indica en una nota, sólo aparece en algunos de los manuscritos hebreos y no está presente en la Septuaginta.

La Biblia de la Conferencia Episcopal traduce incluyendo esa aposición y sin manipular el segundo artículo, pero el verbo lo pone en singular:

Que el Dios de Abrahán y el Dios de Najor (Dios de sus padres) juzgue entre nosotros.

Obviamente, yo me adhiero a la traducción de la Biblia de Jerusalén, que deja claro que el elohim de Abrahán era uno y el elohim de Najor era otro.

Otra reflexión importante que introduce Mauro Biglino es que el término elohim, en sí mismo, es un plural. Esto ha tenido que ser aceptado por los otros filólogos, pero se han puesto excusas peregrinas para este hecho, como por ejemplo que se tratase de un "plural mayestático". En la nota a Génesis 1:26, la Biblia de Jerusalén dice:

No parece ser un plural mayestático, y tampoco se explica por el simple hecho de que el nombre elohim tenga forma de plural, ya que casi siempre se utiliza como nombre propio referido a Dios y normalmente va acompañado de un verbo en singular. Probablemente el fenómeno que subyace a nuestro texto, aun cuando raro en hebreo, es del "plural deliberativo".

Biglino deja claro que estos traductores van a ser capaces de inventar cualquier excusa para no salirse del dogma y no perder su trabajo. Elohim va acompañado de un verbo en singular unas veces y de un verbo en plural otras. Lo que no dice esa nota es que en los pasajes que acabo de citar se nombra claramente a varios elohim distintos.

Otro de los tapados de la Biblia es el tal Elyon, que obviamente no es Yahvé, porque tiene otro nombre, y ese nombre es un nombre propio, no un nombre común como elohim.

En Salmos 24:1 se dice:

De Elyon es la Tierra y cuanto la llena,
el orbe y los que lo habitan.

Aquí ya no se está refiriendo a los hijos de Jacob, ni al elohim de Abrahán o al elohim de Najor. Aquí se está refiriendo a una entidad que estaría por encima de Yahvé, Camós y cualquier otro elohim.

Ante esto, obviamente, todos los traductores han ido tirando balones fuera, argumentando que Elyon es otro nombre para Yahvé o un sinónimo de Dios. La Biblia de Jerusalén traduce Elyon unas veces por Yahvé y otras por "el Altísimo", y la de Navarra y la de la Conferencia Episcopal traducen por "Señor". Biglino piensa que Elyon era el encargado de coordinar toda la intervención en la Tierra. En la Biblia no se habla del origen de los Elohim, pero este tipo de individuos son denominados en otras culturas "los hijos de las estrellas", porque se supone que hicieron alguna indicación en ese sentido.

Seres físicos:

Los elohim, al igual que los ángeles, eran seres físicos, de carne y hueso, y la Biblia en todo momento los describe como tales.

En Génesis 32:3, Jacob está intentando volver a su región y se encuentra con unos ángeles que le salen al paso:

Al verlos pensó Jacob: "Éste es el campamento de Dios".

No queda claro por qué Dios tiene un campamento en un lugar concreto. La interpretación más obvia es que era el "campamento de los Elohim", allí donde tenían su base, comían y dormían, con los avioides dentro.

El pasaje más esclarecedor en este sentido es el de Génesis 19:1-11:

Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y, postrándose rostro en tierra, dijo: "Os ruego, señores, que vengáis a la casa de este servidor vuestro. Hacéis noche, os laváis los pies y de madrugada seguiréis vuestro camino". Ellos contestaron: "No; haremos noche en la plaza". Pero tanto porfió con ellos, que al fin se hospedaron en su casa. Él les preparó una comida cociendo unos panes cenceños y comieron.
No bien se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa, desde el mozo hasta el viejo, todo el pueblo sin excepción. Llamaron a voces a Lot y le dijeron: "¿Dónde están los hombres que han venido adonde ti esta noche? Sácalos, para que abusemos de ellos".
Lot salió donde ellos a la entrada, cerró la puerta detrás de sí, y dijo: "Por favor, hermanos, no hagáis esta maldad. Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas como bien os parezca; pero a estos dos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi techo". Pero ellos respondieron: "¡Quita allá! Uno que ha venido a avecinarse, ¿va a meterse a juez? Ahora te trataremos a ti peor que a ellos". Y forcejearon con él, con Lot, de tal modo que estaban a punto de romper la puerta. Pero los hombres alargaron las manos, tiraron de Lot hacia sí, adentro de la casa, cerraron la puerta, y a los hombres que estaban a la entrada de la casa los dejaron deslumbrados, desde el chico hasta el grande, y mal se vieron para encontrar la puerta.

Los llamados ángeles son personas físicas y reales, que comen, que son llamados ish (hombres) en el original hebreo y que los habitantes de Sodoma intentan sodomizar. Parecen agentes secretos de la intervención. El uso de esas armas lumínicas ha sido también reportado por otros testimonios más actuales.

Otro pasaje muy famoso es el de Génesis 32:25-31, la lucha que libra Jacob con un ángel durante toda una noche:

Cuando Jacob se quedó solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba. [...] Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): "He visto a Dios cara a cara, y he salvado la vida".

Ese "alguien" era un ish, un "hombre".

Yahvé siempre actuaba desde un OVNI camuflado en una nube artificial. Esto se detalla muy reiteradamente en toda la Biblia. Cito simplemente dos pasajes:

Éxodo 13:21:

Yahvé marchaba delante de ellos: de día en columna de nube, para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego, para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche.

Éxodo 14:19-20:

El ángel de Dios, que iba delante del ejército de Israel, se desplazó y pasó a su retaguardia. La columna de nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se colocó detrás.

No hay aquí ningún sentido figurado. Cuando un texto habla en sentido figurado, hay un tono distinto, algo que orienta esa interpretación alegórica. Aquí lo que hay es una orientación cronística y notarial, con detalles muy concretos. Quien no quiera aceptar lo que dice la Biblia, que lo reconozca, que diga que la Biblia miente. Yo no creo que la Biblia mienta.

Yahvé mantuvo al pueblo de Israel en el desierto durante más de cuarenta años como un rebaño de ovejas, alimentándolo con un producto sintético parecido al pienso que ellos llamaron "maná", cuyo aspecto se describe en Éxodo 16:14-15:

Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha sobre la tierra. Al verla los israelitas, se decían unos a otros: "¿Qué es esto?". Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Éste es el pan que Yahvé os da de comer".

Más tarde, cuando ya ha muerto Moisés y Josué ha tomado la Tierra Prometida, el maná cesa de repente. Josué 5:12:

Y el maná cesó desde el día siguiente, una vez empezaron a comer los productos del país.

Por tanto, no puede hablarse de un "fenómeno físico" relacionado con la escarcha ni otras fantasías que se han ido haciendo unos y otros. La Biblia pone claramente que el maná era un producto alimenticio artificial que se entregaba a discreción de Yahvé.

Lo más probable es que esas cuatro décadas en el desierto respondiesen a la intención de aumentar la población israelí, sin posibilidad de que mezclasen su ADN con nadie, antes de acometer la invasión de Canaán. Lo explica Yahvé en Números 14:32-33:

Vuestros cadáveres caerán en este desierto, y vuestros hijos andarán nomadeando por él durante cuarenta años, cargando con vuestra infidelidad, hasta que no hayan caído todos vuestros cadáveres en el desierto.

En Números 26:51, antes de salir del desierto ya se dice que "los israelitas censados resultaron ser 601.730".

La dirección de operaciones en el desierto correspondía a la "nube" de Yahvé:

Éxodo 40:36-38:

En todas las etapas, cuando la nube se elevaba de encima de la morada, los israelitas levantaban el campamento. Pero si la nube no se elevaba, ellos no levantaban el campamento, hasta el día en que se elevara. Porque la nube de Yahvé estaba sobre la morada durante el día, y de noche había en ella fuego a la vista de toda la casa de Israel, en todas sus etapas.

Números 9:15-23:

El día en que se erigió la morada, la nube cubrió la morada, sobre la Tienda del Testimonio. Por la tarde permanecía sobre la morada, con aspecto de fuego, hasta la mañana. Así sucedía permanentemente: la nube la cubría (de día) y por la noche tenía aspecto de fuego. Cuando se levantaba la nube de encima de la Tienda, los israelitas levantaban el campamento, y acampaban en el lugar en que se paraba la nube. Los israelitas partían a la orden de Yahvé, y a la orden de Yahvé acampaban. Quedaban acampados todos los días que la nube estaba parada sobre la morada. Si se detenía la nube muchos días sobre la morada, los israelitas respetaban la disposición de Yahvé y no partían. En cambio, si la nube estaba sobre la morada pocos días, a la orden de Yahvé acampaban y a la orden de Yahvé partían. Si la nube permanecía sobre la morada sólo de la noche a la mañana, y por la mañana se alzaba, partían. Si estaba un día y una noche y luego se elevaba, partían. En cambio, si se detenía sobre la morada dos días, o un mes, o un año, reposando sobre ella, los israelitas se quedaban en el campamento y no partían; pero en cuanto se elevaba, partían. A la orden de Yahvé acampaban y a la orden de Yahvé movían el campamento. Respetaban la disposición de Yahvé, según la orden que Yahvé había transmitido a Moisés.

Otra característica de Yahvé era su cólera, sus reacciones eran desproporcionadas, a veces él mismo debía desdecirse cuando los abusos ya llegaban al extremo. En Éxodo 32:12, Yahvé quiere exterminar a todo el pueblo de Israel porque se han construido el becerro de oro y dejar sólo vivo a Moisés para desarrollar a partir de él otro pueblo, como hizo antes con Jacob. Moisés lo convence para que abandone esa idea:

Abandona el ardor de tu cólera y arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.

No son infrecuentes las ocasiones en que Moisés amenaza a Yahvé con dejarlo todo si se excede en sus exterminios. Por ejemplo, en Éxodo 32:31-32:

Moisés volvió a Yahvé y dijo: "Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro. Pero ahora, ¡si quieres perdonar su pecado...!, si no, bórrame del libro que has escrito".

No queda claro qué libro ha escrito Yahvé, es probable que la parte del principio del Génesis. También escribió directamente las Tablas de la Ley. Éxodo 32:15-16:

Moisés se volvió y bajó del monte, con las dos tablas del Testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas. Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas.

Incluso se ofrece a volver a escribir las tablas que rompe Moisés en su cólera ante su pueblo, cuando los encuentra con el becerro de oro. Éxodo 34:1-2:

Yahvé dijo a Moisés: "Tállate dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí, al monte, y yo escribiré en ellas las palabras que había en las primeras tablas que rompiste. Prepárate para mañana; sube temprano al monte Sinaí y aguárdame allí en la cumbre del monte".

No se parece Yahvé en nada a esa idea abstracta de Dios. No parece que sea aquí ni el Padre, ni el Hijo, ni el Espíritu Santo, sino más bien un ser físico que dice "aguárdame allí en la cumbre del monte" y que escribe con alguna tecnología las tablas de piedra.

Ya en la denominación de El Saday se indica esa localización física de este personaje. Por eso, yo pienso que la traducción correcta de Saday es "montaña" y no "estepa", porque todo el tiempo se lo pasa en las montañas, tanto en el Monte Sinaí como en el Monte Hor.

Alguna vez, Yahvé baja directamente al campamento de los israelitas, a la llamada Tienda del Encuentro que hizo construir a Moisés. Números 11:16-25:

Yahvé respondió a Moisés: "Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que te consta que son ancianos y escribas del pueblo. Llévalos a la Tienda del Encuentro y que se queden allí contigo. Yo bajaré a hablar contigo". [...] Salió Moisés y transmitió al pueblo las palabras de Yahvé. Luego reunió a setenta ancianos del pueblo y los puso alrededor de la Tienda. Bajó Yahvé en la nube y le habló.

En Números 12:6-8, Yahvé explica claramente cómo son sus apariciones:

Dijo Yahvé: "Escuchad mis palabras:
Si hay entre vosotros un profeta,
en visión me revelo a él,
y hablo con él en sueños.
No así con mi siervo Moisés:
él es de toda confianza en mi casa;
boca a boca hablo con él,
abiertamente y no en enigmas,
y contempla la imagen de Yahvé".

No tenían estos seres ningún problema en aparecerse en sueños desde el astral, como hacen ahora también los grises o los "nórdicos" o cualquier otro extraterrestre.

Hasta las burras podían ver a los ángeles. Números 22:23:

Cuando la burra vio al ángel de Yahvé plantado en el camino, con la espada desenvainada en la mano, se apartó del camino y se fue campo traviesa.

También podía oírse la voz de Yahvé, que podía perfectamente ser generada por inteligencia artificial y emitida por altavoces. Éxodo 19:9:

Yahvé dijo a Moisés: "Yo me acercaré a ti en una densa nube, para que el pueblo me oiga hablar contigo, y así te crea para siempre".

La parte más ridícula de toda la tergiversación del sentido de la Biblia es la traducción de kavod por "la gloria de Dios". Esto ya lo he explicado en un artículo anterior, pero los ejemplos de esta traducción errónea son muy abundantes. Esa "gloria de Dios" es algo físico y visible.

Éxodo 24:16:

La gloria de Yahvé descansaba sobre el monte Sinaí, que estuvo cubierto por la nube durante seis días.

Números 14:10-14:

Cuando toda la comunidad estaba hablando de apedrearlos, la gloria de Yahvé se apareció a todos los israelitas en la Tienda del Encuentro. [...] Moisés respondió a Yahvé: "Los egipcios se han enterado de que tú, con tu poder, sacaste a este pueblo en medio de ellos. Se lo han contado a los habitantes de este país. Éstos se han enterado de que tú, Yahvé, estás en medio de este pueblo y que te das a ver cara a cara. Saben que tú, Yahvé, permaneces en tu nube sobre ellos y que caminas delante de ellos, de día en la columna de nube y por la noche en la columna de fuego.

Números 16:19-21:

Entonces se apareció la gloria de Yahvé a toda la comunidad. Yahvé habló así a Moisés y a Aarón: "Apartaos de esa comunidad, que los voy a devorar en un instante".

Números 17:7:

Entonces vieron que la nube la había cubierto y se había aparecido la gloria de Yahvé.

Números 20:6-8:

Entonces se les apareció la gloria de Yahvé. Yahvé habló con Moisés y le dijo: "Toma la vara y reúne a la comunidad, y que te acompañe tu hermano Aarón".

Ezequiel 3:12-13:

Entonces, el espíritu me levantó y oí a mis espaldas el estruendo de un gran terremoto: "Bendita sea la gloria de Yahvé desde su morada". (El ruido que hacían las alas de los seres al chocar entre sí y el ruido de las ruedas que había junto a ellos parecía el estruendo de un gran terremoto).

Ezequiel 10:3-5:

Cuando entró el hombre, los querubines estaban situados a la derecha del templo, y la nube llenaba el atrio interior. La gloria de Yahvé se elevó de encima de los querubines hacia el umbral del templo, que se llenó de la nube, mientra el atrio entero resplandecía con la gloria de Yahvé. El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el atrio exterior, y se parecía a la voz del Dios Sadday cuando habla.

Ezequiel 10:18:

La gloria de Yahvé traspasó el umbral del templo y se posó sobre los querubines.

Ezequiel 10:19-21:

La gloria del Dios de Israel estaba encima de ellos (era el ser que yo había visto debajo del Dios de Israel en el río Quebar); y supe que eran querubines. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y como manos humanas bajo sus alas.

Ezequiel 11:22-23:

Los querubines desplegaron sus alas y las ruedas les siguieron, mientras la gloria del Dios de Israel estaba encima de ellos. La gloria de Yahvé se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad.

Ezequiel 43:1-5:

Me condujo luego hacia el pórtico que miraba a oriente. En aquel momento la gloria del Dios de Israel llegaba por la parte de oriente; emitía un ruido como de aguas caudalosas, y la tierra resplandecía de su gloria. Esta visión era como la que yo había tenido cuando vine para la destrucción de la ciudad, y también como lo que había visto junto al río Quebar. Entonces caí rostro en tierra.
La gloria de Yahvé entró en el templo por el pórtico oriental. El espíritu me levantó y me introdujo en el atrio interior, y advertí que la gloria de Yahvé llenaba el templo.

No hay ninguna "gloria" que entre por oriente, emita ruido y entre por el pórtico. No hay ninguna "morada" para una "gloria de Dios", ni un monte sobre el que "descanse".

Por tanto, la conclusión de este artículo en cuanto a la figura de Yahvé es que se trató de una entidad no humana con estas características:

  1. Tuvo una existencia física de carne y hueso, con apariencia supuestamente humana o humanoide.
  2. Fue uno más de un colectivo de seres considerados sobrenaturales.
  3. Tuvo por encima de él como mínimo a otro ser llamado Elyon.
  4. Usó un aparato volador, un OVNI, completamente visible y con el que se desplazó y dirigió operaciones.

Todavía me quedarán dos artículos más sobre la Biblia. El siguiente mostrará las estrategias que siguieron los Elohim para suprimir todo el discernimiento de los colectivos bajo su control.

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© A. Noguera