Como ya he explicado en artículos anteriores, Yahvé se valió de una serie de estrategias para tomar completo control del grupo de los schasu, con la idea de que exterminaran a otros colectivos que no tenían el ADN que ellos habían implantado.
Estas estrategias comenzaron simplemente con la intimidación por la tecnología, probablemente afectando a la percepción. En Éxodo 4:6-9:
Yahvé añadió: "Mete tu mano en el pecho". Metió él la mano en su pecho y, cuando la sacó, estaba cubierta de lepra, blanca como la nieve. Entonces le dijo: "Vuelve a meter la mano en el pecho". La volvió a meter y, cuando la sacó de nuevo, estaba ya como el resto de su cuerpo. "Así pues, si no te creen ni hacen caso al primer prodigio, creerán en el segundo. Y si tampoco creen en estos dos prodigios ni te hacen caso, tomarás agua del río y la derramarás en el suelo; y el agua que saques del río se convertirá en sangre sobre el suelo".
En una segunda fase, se procedió al borrado del libre albedrío, y esto comenzó sutilmente, dando instrucciones absurdas y no motivadas, para que la gente se acostumbrase a obedecer sin pensar ni entender. Estas instrucciones se siguen cumpliendo muchas de ellas a día de hoy:
En Éxodo 23:14-17:
Tres veces al año celebrarás fiesta en mi honor. Guardarás la fiesta de los ázimos. Durante siete días comerás panes ázimos, como te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib, pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará delante de mí con las manos vacías. También celebrarás la fiesta de la siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo; y la fiesta de la recolección al final del año, cuando hayas recogido del campo los frutos de tu trabajo. Tres veces al año se presentarán tus varones delante del Señor Yahvé.
No hay ningún motivo para comer pan sin levadura, en lugar de comerlo con levadura, pero son preceptos fáciles de cumplir que poco a poco van diluyendo la individualidad.
Las normas se van luego complicando y tomando un carácter más absurdo. En Éxodo 29:21:
Tomarás luego sangre de la que está sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y sus vestiduras, y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos.
Todo Levítico 11 está dedicado a normas higiénicas y de consumo de alimentos. Algunas de esas normas pueden ser comprensibles por motivos de salubridad, otras son absurdas. Parece que a estos seres les daba mucho asco vernos comer animales con semejanza genética a nosotros.
En Números 4:13-14:
Quitarán la grasa incinerada del altar y extenderán sobre él un paño escarlata; pondrán encima todos los utensilios que se emplean en el servicio del altar: los braseros, tenedores, badiles, acetres: todos los utensilios del altar; extenderán sobre él una cubierta de cuero fino y le pondrán los varales.
El concepto de consagración o purificación ayuda mucho a esa estrategia de sumisión:
Números 8:7:
Dijo Yahvé a Moisés: "Pon a los levitas aparte del resto de los israelitas y purifícalos. Para esta purificación harás con ellos de la siguiente manera: los rociarás con agua lustral, se rasurarán ellos todo el cuerpo, lavarán sus vestidos y así quedarán purificados".
Es importante entender el arraigo que esto ha tenido durante varios milenios, quien diseñó esto conocía muy bien la mente humana y su tendencia a la sumisión. Hasta hoy, todas las sectas siguen usando estas técnicas para el borrado de la personalidad.
Pero Yahvé no se detenía sólo en instrucciones, a veces amenazaba directamente. Les amenaza incluso con hacerles sacrificar a sus hijos y comer su carne:
Levítico 26:14-17:
Pero, si no me escucháis y no cumplís todos estos mandamientos, si despreciáis mis preceptos y rechazáis mis normas, no haciendo caso de todos mis mandamientos y rompiendo mi alianza, también yo haré lo mismo con vosotros. Traeré sobre vosotros el terror, la tisis y la fiebre, que os abrasen los ojos y os consuman la vida. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues el fruto se lo comerán vuestros enemigos. Me volveré contra vosotros y seréis derrotados ante vuestros enemigos; os tiranizarán los que os aborrecen y huiréis sin que nadie os persiga.
Si ni con eso me obedecéis, volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados. Quebrantaré vuestro orgullo y vuestra fuerza y haré vuestro cielo como hierro y vuestra tierra como bronce. Vuestras fuerzas se consumirán en vano, pues vuestra tierra no dará sus productos y el árbol del campo os negará sus frutos.
Y si seguís enfrentándoos a mí y no queréis oírme, volveré a castigaros siete veces más a causa de vuestros pecados. Soltaré contra vosotros las fieras salvajes, que os privarán de vuestros hijos, exterminarán vuestro ganado y os reducirán a unos pocos, hasta que vuestros caminos queden desiertos.
Si ni con eso os corregís, sino que seguís enfrentándoos a mí, también yo me enfrentaré a vosotros: yo mismo os azotaré siete veces más por vuestros pecados. Traeré sobre vosotros la espada que vengará la Alianza. Os refugiaréis entonces en vuestras ciudades, pero yo enviaré contra vosotros la peste y seréis entregados en manos del enemigo. Cuando yo os retire el bastón del pan, diez mujeres cocerán todo vuestro pan en un solo horno, y os lo darán tan racionado que comeréis y no os saciaréis.
Si ni con eso me obedecéis y seguís enfrentándoos a mí, yo me enfrentaré a vosotros con furia: yo mismo os castigaré siete veces más por vuestros pecados. Comeréis la carne de vuestros hijos y la carne de vuestras hijas. Destruiré vuestros altos, demoleré vuestros altares de incienso, amontonaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos, y yo mismo os aborreceré. Reduciré vuestras ciudades a ruina y devastaré vuestros santuarios; no aspiraré ya más vuestros calmantes aromas. Asolaré la tierra; y, cuando vuestros propios enemigos vengan a ocuparla, quedarán horrorizados al verla. A vosotros os esparciré entre las naciones y os perseguiré con la espada desenvainada. Vuestra tierra será un yermo y vuestras ciudades una ruina.
Es interesante que no los amenace con exterminarlos del todo, porque al fin y al cabo había invertido en su ADN. Pero ante esto, lógicamente, el terror debió ser muy claro, sobre todo porque las amenazas se cumplían y se traducían en exterminios sin contemplaciones:
Números 11:33-34:
Todavía tenían la carne entre los dientes, todavía la estaban masticando, cuando se encendió contra el pueblo la ira de Yahvé, que lo hirió con una gravísima plaga. Aquel lugar fue llamado Quibrot Hatavá, porque allí sepultaron a la muchedumbre de glotones.
Estas "plagas" parece que eran el uso de algún arma química o similar, la gente caía muerta directamente a miles sin que se supiese el motivo. Las "plagas" cesaban cuando se hacía lo que Yahvé había ordenado:
Números 17:12-15:
Aarón lo tomó, como le había dicho Moisés, y corrió a ponerse en medio de la asamblea; la plaga había comenzado ya en el pueblo. Echó el incienso e hizo la expiación por el pueblo. Se plantó entre los muertos y los vivos, y la plaga se detuvo. Los muertos por aquella plaga fueron 14.700, sin contar los que murieron por causa de Coré. Luego Aarón se volvió donde Moisés a la puerta de la Tienda del Encuentro: había cesado ya la plaga.
Al cabo de los años, los israelitas tenían claro que la vida de un individuo no valía nada y que cualquier capricho de Yahvé estaba por encima de cualquier otra consideración:
Números 15:32-36:
Cuando los israelitas estaban en el desierto, encontraron a un hombre que andaba buscando leña en día de sábado. Los que lo encontraron buscando leña lo presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad. Lo pusieron en presidio, porque no estaba determinado lo que había que hacer con él. Yahvé dijo a Moisés: "Que muera ese hombre. Que lo apedree toda la comunidad fuera del campamento". La comunidad lo sacó fuera del campamento y lo apedrearon hasta que murió, según había mandado Yahvé a Moisés.
Son frecuentes los pasajes en los que, ante la más mínima amenaza de incumplimiento de alguna de las normas impuestas, se manda matar sin contemplaciones.
Otras veces, para no dejar duda de la capacidad tecnológica de Yahvé, las muertes se producían con su asistencia:
Números 16:28-35:
Moisés dijo: "En esto conoceréis que Yahvé me ha enviado para hacer todas estas obras, y que no es ocurrencia mía: si mueren estos hombres como muere cualquier mortal, alcanzados por la sentencia común a todo hombre, es que Yahvé no me ha enviado. Pero si Yahvé obra algo portentoso, si la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y bajan vivos al Seol, sabréis que esos hombres han despreciado a Yahvé".
A continuación, nada más terminar de decir estas palabras, se abrió el suelo debajo de ellos; la tierra abrió su boca y se los tragó, con todas sus familias, así como a todos los hombres de Coré, con todos sus bienes. Bajaron vivos al Seol con todo lo que tenían. Los cubrió la tierra y desaparecieron de la asamblea.
A sus gritos huyeron todos los israelitas que estaban a su alrededor, pues se decían: "No vaya a tragarnos la tierra".
Brotó fuego de Yahvé, que devoró a los doscientos cincuenta hombres que habían ofrecido el incienso.
Que nadie se empiece a montar ahora películas de "sentidos figurados". No son sentidos figurados. Con toda probabilidad, es eso lo que ocurrió.
El celebrar una festividad ajena se pagaba de la siguiente manera:
Números 25:4-5:
Dijo Yahvé a Moisés: "Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Yahvé, cara al sol; así cederá el furor de la cólera de Yahvé contra Israel". Dijo Moisés a los jueces de Israel: "Matad cada uno a los vuestros que se hayan adherido al Baal de Peor".
Otras veces, se usaba a Moisés como canalizador para dar instrucciones a los demás:
Éxodo 4:15:
Tu le hablarás y pondrás las palabras en su boca; yo estaré en tu boca y en la suya y os indicaré lo que habéis de hacer.
Tampoco faltaban instrucciones concretas y muy detalladas de estrategia militar, como puede comprobarse en Números 2.
El efecto del borrado completo del discernimiento puede comprobarse en muchos pasajes. Uno de los más famosos es el Génesis 22:2, cuando Yahvé le pide a Abrahán que sacrifique a su hijo sin ningún motivo:
Génesis 22:2:
"Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécelo allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga".
Abrahán acata su mandato y al final Yahvé lo detiene, simplemente porque el ADN de Isaac le hará falta luego.
Génesis 22:15-16:
El ángel de Yahvé llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: "Por mí mismo juro, oráculo de Yahvé, que por haber hecho esto, por no haberme negado a tu único hijo, yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia, como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos.
Pero lo normal era la muerte sin ningún respeto por nadie, sobre todo cuando estaba en juego el ritual y lo sagrado. Cuando Moisés baja del Monte Sinaí y se encuentra a su pueblo adorando al becerro de oro, Yahvé manda exterminar a todos y cada uno de los que participaron en aquel culto:
En Éxodo 32:27-29:
Moisés vio que el pueblo estaba desenfrenado, pues Aarón les había permitido entregarse a la idolatría en medio de sus adversarios. Entonces Moisés se plantó a la puerta del campamento y exclamó: "¡A mí los de Yahvé!", y se le unieron todos los hijos de Leví. Él les dijo: "Esto dice Yahvé, el Dios de Israel: Ceñíos cada uno vuestra espada al costado; pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, amigo y a su pariente". Los hijos de Leví cumplieron la orden de Moisés. Aquel día cayeron unos tres mil hombres del pueblo. Luego dijo Moisés: "Hoy habéis recibido la investidura como sacerdotes de Yahvé, cada uno a costa de vuestros hijos y vuestros hermanos, para que él os dé hoy la bendición".
Aquí ya el discernimiento de aquellas gentes estaba a cero, carecían ya del instinto de preservación o de protección de su familia.
Uno de mis pasajes preferidos de la Biblia es el siguiente:
Levítico 10:1-3:
Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, les pusieron brasas, les echaron incienso y ofrecieron ante Yahvé un fuego profano, que él no les había mandado. Entonces salió de la presencia de Yahvé un fuego que los devoró. Murieron delante de Yahvé.
Moisés dijo entonces a Aarón: "Esto es lo que Yahvé había declarado cuando dijo:
En los que se me acercan mostraré mi santidad,
y ante la faz de todo el pueblo manifestaré mi gloria".
Aarón se calló.
Le quema a sus hijos vivos delante de él y el otro le da un refrán estúpido, y él no se atreve ni a responder.
El tratamiento de esta gente era parecido al de los perros de caza, que cuando ya pierden su velocidad se les lleva al veterinario y se les pone una inyección.
Números 20:22-29:
Los israelitas (toda la comunidad) partieron de Cades y llegaron al monte Hor. Yahvé dijo a Moisés y a Aarón en el monte Hor, en la frontera del país de Edom: "Que se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la tierra que he dado a los israelitas, por haberos rebelado contra mi voz en las aguas de Meribá. Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y súbelos al monte Hor. Le quitarás a Aarón sus vestiduras y se las revestirás a su hijo Eleazar. Entonces Aarón se reunirá con los suyos: allí morirá".
Moisés hizo como le había mandado Yahvé. Subieron al monte Hor en presencia de toda la comunidad. Quitó Moisés a Aarón sus vestiduras y se las puso a su hijo Eleazar. Y allí murió Aarón, en la cumbre del monte. Moisés y Eleazar bajaron de la montaña. Toda la comunidad se dio cuenta de que había fallecido Aarón, y los israelitas hicieron duelo por él durante treinta días.
Obviamente, una persona que deja que se mate a sus hijos poco hará por defenderse cuando le toque morir a él.
Con Moisés, hizo lo mismo: cuando ya había cumplido su misión le dijo que iba a matarlo y él no se resistió:
Deuteronomio 32:48-50:
Yahvé habló a Moisés aquel mismo día y le dijo: "Sube a esa montaña de los Abarín, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que voy a dar en propiedad a los israelitas. Morirás en el monte al que vas a subir, e irás a reunirte con los tuyos, como tu hermano Aarón murió en el monte Hor y fue a reunirse con los suyos".
Deuteronomio 34:1-5:
Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisgá, frente a Jericó, y Yahvé le mostró la tierra entera: de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá, hasta el mar Occidental, el Negueb, la comarca del valle de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Soar. Y Yahvé le dijo: "Ésta es la tierra que bajo juramento prometí a Abrahán, Isaac y Jacob, cuando les dije que se la daría a su descendencia. Te dejo verla con tus propios ojos, pero no pasarás a ella".
Allí murió Moisés, siervo de Yahvé, en el país de Moab, como había dispuesto Yahvé. Lo enterró en el Valle, en el País de Moab, frente a Bet Peor. Nadie hasta hoy ha conocido su tumba.
Por algún motivo, no quiso Yahvé que Moisés cruzara el Jordán, habla de una supuesta infidelidad que en la Biblia yo no encuentro:
Deuteronomio 32:51-52:
Por haberme sido infieles en medio de los israelitas, en las aguas de Meribá de Cades, en el desierto de Sin, por no haber reconocido mi santidad en medio de los israelitas, por eso, sólo de lejos verás la tierra, pero no entrarás en ella, en esa tierra que voy a dar a los israelitas.
Yahvé algunas veces alardeaba de su vileza. En Deuteronomio 4:24 dice "porque Yahvé tu Dios es un fuego devorador, un Dios celoso". La ridícula nota de la Biblia de Jerusalén dice: "Estos celos de Dios son el exceso mismo del amor".
Otra de las prácticas preferidas por Yahvé eran los sacrificios rituales, que incluían animales y personas. De esto ya he hablado en el artículo anterior, pero puede comprobarse en Números 28 o Levítico 3:3. Estas prácticas eran la mejor forma de mantener la sumisión a largo plazo.
En Números 29:39 los enumera:
Éstos son los sacrificios que ofreceréis a Yahvé en vuestras solemnidades, aparte de vuestras ofrendas votivas y espontáneas, holocaustos, oblaciones, libaciones y sacrificios de comunión.
Cuando se conquistaba un territorio, a Yahvé había que darle su parte mediante sacrificios:
Números 31:31-41:
Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron como había mandado Yahvé a Moisés. El botín, el remanente de lo que la gente de guerra había saqueado, ascendía a 675.000 cabezas de ganado lanar, 72.000 de vacuno y 61.000 de ganado asnal. En cuanto a las personas, las mujeres que no habían dormido con varón eran, en total, 32.000. La mitad correspondiente a los que fueron al combate estaba representada por 337.500 cabezas de ganado lanar, siendo la parte de Yahvé de ganado lanar 675 cabezas; por 36.000 de vacuno, siendo la parte de Yahvé 72; por 30.500 de asnal, siendo la parte de Yahvé 61. Las personas sumaban 16.000, correspondiendo a Yahvé 32. Moisés dio al sacerdote Eleazar la reserva de Yahvé, como había ordenado Yahvé a Moisés.
Quede claro que son 32 personas las sacrificadas en honor a Yahvé, y que lo importante era el número, no había un criterio de selección.
No faltaba gente que sacrificaba a su propia hija, lo cual placía grandemente a Yahvé:
Jueces 11:30-39:
Y Jefté hizo un voto a Yahvé: "Si entregas en mis manos a los amonitas, el primero que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro, cuando vuelva victorioso de los amonitas, será para Yahvé y lo ofreceré en holocausto". Jefté pasó al territorio de los amonitas para atacarlos, y Yahvé los entregó en sus manos. Los derrotó desde Aroer hasta cerca de Minit (veinte poblados) y hasta Abel Queramín. La derrota fue grandísima, y los amonitas fueron humillados delante de los israelitas.
Pero resulta que, cuando Jefté volví a Mispá, a su casa, su hija salió a su encuentro bailando al son de las panderetas. Era su única hija; no tenía ni más hijos ni más hijas que ella. Al verla, rasgó sus vestiduras y gritó: "¡Ay, hija mía! ¡Me has deshecho! ¿Habías de ser tú la causa de mi desgracia? Abrí la boca ante Yahvé y no puedo volverme atrás". Ella le respondió: "Padre mío, has abierto tu boca ante Yahvé, haz conmigo lo que salió de tu boca, ya que Yahvé te ha concedido vengarte de tus enemigos los amonitas". Después dijo a su padre: "Que se me conceda esta gracia: déjame dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar mi virginidad con mis compañeras". Él le dijo: "Puedes ir". Y la dejó marchar dos meses. Ella fue con sus compañeras y estuvo llorando su virginidad por los montes. Al cabo de los dos meses, volvió donde su padre, que tuvo que cumplir en ella el voto que había hecho. La joven no había conocido varón.
No puede sucederle nada peor a un alma que ser vaciada de su libre albedrío, porque ahí pierde el activo que obtuvo de la fuente al sufrir la separación, y sus posibilidades de reintegrarse se reducen. Al igual que una madre que prepara el bocadillo para su hijo y ve cómo luego se lo roban en el patio del colegio, la conciencia primordial, la fuente, sufre cuando permitimos que nos "laven" el alma. Hubiese sido mucho mejor para los schasu desencarnar y buscar otra encarnación que ceder ante las manipulaciones y el terror. Esta idea la ampliaré en un próximo artículo, pero antes aún publicaré un último artículo sobre la Biblia mostrando cómo se llevó a cabo el exterminio eugenésico, que fue el objetivo real de Yahvé desde un primer momento.
>>> Siguiente artículo: La Biblia VI: el exterminio eugenésico.
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