El pasado agosto publicó Luis Elizondo su libro Imminent, en el que cuenta toda su experiencia investigando y clasificando toda la materia OVNI del Pentágono. Elizondo es un conocido de este blog desde hace varios años, cuando comenzó a filtrar toda la información. Ahora, hace apenas días, a esto se ha sumado su comparecencia bajo juramento ante el Congreso de los EEUU, en la que se ha ratificado en todo. Esa comparecencia y su contenido han tenido la autorización del Pentágono, como ya sucedió en el caso de David Grusch.
El libro se está vendiendo muy bien y tiene buenas valoraciones. A mí no me gusta cómo está escrito, buscando a veces un sesgo novelero de thriller barato norteamericano, contando su adolescencia sin que eso tenga ninguna relevancia, pero lo que sí que me gusta es que Elizondo ha sacado ya todo lo que tiene, con nombres concretos de personas y empresas. Elizondo sabe dónde están los aparatos y los humanoides, y quién tiene las llaves. Lo que falta ahora es que Trump legisle en el sentido correcto y vaya directamente a sacar todo esto.
El primer punto de interés del libro es la misma contratación de Elizondo. El perfil de Elizondo se consideró el más indicado por ser uno de los oficiales más cualificados en el campo de la contrainteligencia, había participado en campañas contra el Estado Islámico, Al Qaeda, Hezbollah, los talibanes y las FARC. Por todo el mundo llevó a cabo investigaciones clasificadas para el FBI, la CIA, el DHS, el Pentágono, el Office of the National Counterintelligence Executive, el Office of the Director of National Intelligence y el Office of the Secretary of Defense. Había manejado ya información altamente clasificada para el National Security Council y la Casa Blanca.
Pero esta vez la cosa era muy distinta, esta vez el Pentágono le pidió a Elizondo que los investigara a ellos mismos. Y ahí es donde empieza la disclosur pura y dura, el corte tajante en la historia de la humanidad, el antes y el después.
A Elizondo se le contrata con mucho secretismo, con reuniones en lugares raros, obligándole a firmar contratos de confidencialidad. Los que primeramente lo contactan son dos espías, muy bien camuflados, pero luego lo llevan a unas instalaciones secretas en las que Elizondo se da cuenta de que hay toda una plantilla de investigadores OVNI en la sombra, que llevan décadas acumulando información y muy claras evidencias y que el Pentágono mantiene bajo múltiples capas de clasificación y encubrimiento. El jefe de toda esa investigación, el científico que más sabe de OVNIs en el mundo, es Harold E. Puthoff, que tiene ahora mismo ya 87 años. Hace cuatro años lo entrevistaron en el YouTube. Elizondo trabajó durante años con Puthoff para desentrañar el fenómeno, usando su acreditación especial para acceder absolutamente a todas las instalaciones y archivos militares de EEUU. Nadie podía oponerse a la acreditación de Elizondo, se le tenían que abrir todas las puertas, y Puthoff le iba indicando dónde podía haber material y qué relevancia podía tener.
Pero hubo unas puertas que Elizondo no pudo abrir, porque eran de empresas privadas contratistas del ejército. Tras esas puertas el encubrimiento escondió los aparatos y los humanoides, y ahí está la tarea que tendrá que acometer Trump en los próximos meses, será necesaria una legislación específica clara y contundente para que todo ese material salga a la luz pública.
A lo que sí que ha accedido Elizondo directamente es a toda suerte de fotos, vídeos, registros de radar, testimonios de pilotos y oficiales de la máxima credibilidad, actas de entrevistas con testigos directos e incluso documentación que prueba de manera fehaciente que existió de manera oficial esa estrategia de encubrimiento. Elizondo ha visto incluso los informes médicos que acreditan las heridas sufridas por algunos militares a consecuencia de su contacto con los OVNIs. Algunas de esas lesiones han llevado a algunos de esos militares a cobrar pensiones por incapacidad. Ha habido también varios muertos.
El primer caso que llamó fuertemente la atención de Elizondo fue el conocido como "incidente Colares", que le fue narrado directamente por un general del ejército brasileño en una comida secreta. Colares había sido entre 1977 y 1978 el Roswell brasileño, primero se montó un gran escándalo y luego lo taparon. La diferencia con Roswell es que en Colares los incidentes se sucedieron uno detrás de otro y mucha gente fue herida por bolas que traspasaban las paredes y rayos tipo láser, incluso a alguno se le llegó a chupar sangre sin matarlo. Las bolas fluorescentes fueron sueltas por Colares durante meses y al final la rama de inteligencia de la fuerza aérea brasileña desplazó hasta allí a veinte investigadores, liderados por el teniente coronel Uyrange Hollanda. Estos investigadores pensaron que sería otra actuación de rutina, con entrevistas a las víctimas, catalogación de los avistamientos y tal vez tratamiento de algunos de los heridos. La realidad fue que los fenómenos continuaron delante de sus ojos y pudieron fotografiarlo todo perfectamente. En total, se registró presencia OVNI en 371 localizaciones de la costa brasileña.
La Wikipedia todavía hoy menciona el incidente Colares como meros "avistamientos" y concluye:
Tras unos meses de investigación, se ordenó la interrupción brusca de las mismas y las fotos, películas y documentos fueron clasificados como alto secreto. El incidente sigue sin explicación hasta hoy.
Elizondo quedó impactado por la naturalidad con la que hablaban los militares del tema y por la estrategia abierta y clara de encubrimiento.
Sobre este rancho ya se pronunció el recientemente desclasificado informe Kona Blue. Elizondo dice que trabajó muy directamente en ese rancho, al igual que cientos de científicos a lo largo de tres décadas, y que hay gente que incluso ha resultado herida por estas apariciones demoníacas. Otros han tenido a los espíritus siguiéndolos y metiéndose en su casa.
Elizondo confirma que en Roswell se estrellaron dos naves, de cuyos restos se recuperaron cuatro cadáveres. El problema es que el tema de los cadáveres se lo comentó Harold Puthoff, en ese caso no ha podido acceder a documentación original. Dice Elizondo que esto no se lo contaban ni a los presidentes, que el encubrimiento quiso convertirse en un estado dentro del estado, y que ha podido permanecer así hasta el día de hoy. Algún presidente ha apretado mucho para saber la verdad y se le ha dicho algo, pero por encima. Los presidentes que han sido informados someramente de la cuestión han sido Truman, Eisenhower, JFK, Lyndon Johnson, Carter, Reagan, George Bush y Trump.
De estas afirmaciones de Elizondo deduzco yo que la supuesta entrevista entre Eisenhower y los grises no se confirmaría, como tampoco el alienígena que habría quedado vivo, ni el llamado "proyecto Serpo", con lo mucho que me gustaba a mí esa historieta. Habrá que esperar a ver si salen más pruebas en el futuro, es posible que se hayan destruido archivos.
Pero sí que se confirma que la gente del pueblo de Roswell dijo la verdad y que los "hombres de negro" los estuvieron presionando no hablar. Elizondo cita el testimonio del astronauta Edgar Mitchell, quien afirmó que agentes del FBI visitaron en aquellas fechas el rancho de su familia y los amenazaron de muerte.
A partir de Roswell, se diseñó el encubrimiento con estas estrategias:
No admitir nada y negarlo todo.
Hacer contraacusaciones.
Siempre obtener los restos de los aparatos estrellados y esconderlos.
Trabajar secretamente en ingeniería inversa.
Intimidar a los testigos para que se queden callados.
Hacer pasar por loco o perturbado al que habla.
Amenazar a sus propios agentes con cárcel o asesinatos si filtran información.
Y a esto hay que añadir algo que olvida Elizondo: el "untamiento" de ufólogos para repartir desinformación.
Todo esto se ha hecho con dinero público y sin control del Congreso, lo que aparte de la corrupción evidente ha conllevado que en muchos casos se haya roto la cadena de custodia y no se sepa bien ahora las cosas dónde están. Al haber usado a las empresas contratistas como custodias para evitar el control interno, ahora gran parte de ese material es propiedad privada.
Elizondo se moja y da los nombres de algunas de esas contratistas que hacen ingeniería inversa: Lockheed Martin, TRW, McDonnell Douglas, Northrop Grumman, Boeing, Raytheon, BAE Systems y la Aerospace Corporation.
También cita Elizondo un informe interno en el que la USAF impone unos protocolos y unas normativas en la manipulación de este material, lo que demuestra que no sólo estaban al tanto sino que tenían un control.
Elizondo preguntó directamente a uno de estos contratistas si podía enseñarle lo que tenían, y le respondieron que admitían que tenían cosas pero que necesitaría una acreditación superior para poder acceder. También le dijeron que en cuanto a ingeniería inversa no habían hecho casi progresos y que consideraban esos restos como un caro pasivo.
La parte más interesante del libro trata de los restos biológicos que se han ido rescatando.
Aparte de los cadáveres de Roswell, Elizondo tiene noticia de como mínimo cinco cuerpos más que se han ido rescatando a lo largo del tiempo: uno en Ciudad Acuña, México, en diciembre de 1950 y otros cuatro en Kazajistán en época soviética, a partir de un gran accidente de un aparato tipo Tic Tac.
A estos cadáveres se les han ido haciendo autopsias y se han ido descubriendo cosas que no se comprenden. Elizondo habla de un ser cuyo cerebro tenía la superficie lisa, sin pliegues, lo que llevó a los científicos a pensar que se trataba de engendros biológicos de muy baja inteligencia destinados a tareas muy concretas. Otros argumentaron que no podían tener tan baja inteligencia cuando estaban pilotando los OVNIs.
Por las canalizaciones de Kalina Angell, sabemos hoy que los OVNIs en sí mismos son inteligencias artificiales y que ellos mismos deciden su propio pilotaje, los extraterrestres que van montados en ellos no suelen decidir nada.
Según Elizondo, la empresa que más ha trabajado con el ADN extraterrestre es Monsanto, desde 2018 propiedad de Bayer.
Dentro del sector público, hay un problema también para localizar estos restos, porque han ido pasando por múltiples manos entre Fort Detrick, Maryland o la US Food and Drug Administration. Elizondo piensa que muchos de esos restos están ahora mismo en neveras en algún lugar pero nadie de los que trabajan allí tiene idea de lo que son.
No dice Elizondo los cadáveres completos dónde pueden estar, ahí va a tener Trump que hacer un trabajo de investigación.
La historia más inquietante del libro es la de los llamados "orbes", unas bolas translúcidas con un tamaño entre una pelota de tenis y un balón de baloncesto que atraviesan las paredes, se meten en las casas y parece que espían. El problema de estos orbes es que atraviesan también a las personas y, aunque no causan una herida inmediata, casi siempre provocan el desarrollo de cáncer o reacciones cutáneas muy malas a largo plazo. No parece que estos orbes estén diseñados para causar daño al ser humano, pero sí que parece que nos ignoran. Su aparición es muy frecuente y hay abundantes informes, aunque nunca han sido reconocidos oficialmente. Los científicos no saben si el daño que causan a las personas es intencionado o tiene que ver con la tecnología que emplean para moverse. Tampoco saben cuál sería su función, aunque sin duda registran todo tipo de datos.
A Elizondo le entraron en su casa, y lo explica de esta manera:
Teníamos un pasillo muy largo en casa, y una tarde una bola verde brillante, aproximadamente de un tamaño como el de un balón de baloncesto, con bordes suaves no muy bien definidos, estuvo flotando, moviéndose lentamente desde la cocina hasta la puerta de nuestro dormitorio casi a la altura del techo. Luego desapareció a través de un muro. Me giré hacia mi mujer y vi la perplejidad en su cara. Ella vio esa bola durante los diez segundos que permaneció en nuestra casa.
Esto ocurrió también con los otros miembros de su equipo. Y luego empezaron a surgir las lesiones:
Desafortunadamente, muchos miembros de nuestro equipo (excluyéndome a mí) experimentaron severos efectos biológicos que resultaron en problemas médicos que pusieron en riesgo sus vidas. Estos efectos biológicos se extendieron también a otros miembros de sus familias, incluyendo sus hijos. No puedo entrar aquí en mas detalles, pero en ese tiempo supe que algunos militares y agentes de inteligencia habían sucumbido a causa de heridas resultantes de encuentros directos con OVNIs.
Este testimonio es importante, porque una parte de la ufología ha estado durante mucho tiempo creyendo o haciendo creer que se trataba de fenómenos únicamente visuales, y de ahí han estado argumentando que se trata de fenómenos psicológicos. Los heridos y los muertos se han contado por decenas, aparte de los abducidos no retornados, que engrosan las listas de los miles de desaparecidos cada año.
Elizondo se explaya en la narración de las apariciones de los OVNIs Tic Tac frente al portaaviones Nimitz. Parece que este episodio es el que tiene más y mejores registros, entre datos de radares, testimonio directo de pilotos y grabaciones con cámaras.
Lo que primero asustó a los operadores de radar fue que estos aparatos, más o menos del tamaño de un autobús y con la forma de un tanque de gas butano, podían descender desde los 25.000 metros de altitud hasta casi la superficie del agua en una fracción de segundo. Según cálculos de los físicos, para hacer eso con las leyes que conocemos se necesitaría emplear unas cien veces toda la energía eléctrica que consume EEUU en un día. Obviamente, se cree que los Tic Tac emplean leyes físicas que nosotros aún no conocemos.
Por eso, se han estado haciendo elucubraciones desde hace muchos años. Los mejores físicos que el Pentágono ha podido contratar han estado empleados en esta tarea, después de Bob Lazar ha habido muchos más y aún hay equipos que trabajan con el máximo secreto.
La conclusión preliminar a la que han llegado es que los OVNIs producen gravedad artificialmente, y que eso les permite comprimir el espacio y pasar de un punto a otro a una velocidad relativa distinta. Quiere eso decir que los que van dentro del OVNI no perciben una gran aceleración o una gran velocidad, pero luego, al descomprimir ese espacio, se encuentran en un lugar muy alejado. La idea que tienen los científicos es que los OVNIs crean una burbuja con unas condiciones espacio-temporales distintas, y Elizondo sospecha que ése es el motivo por el que las fotografías salen siempre borrosas, porque es como intentar fotografiar desde fuera del agua un pez que está dentro del agua. Otro misterio es cómo se puede producir esa gravedad, cuánta energía es necesaria.
Las investigaciones de Elizondo ya dieron lugar a la histórica publicación del Pentágono de junio de 2021. Parece que hubo cierta oposición a la publicación de esto, y que hablaron un poco con la boca pequeña. A Elizondo esto le supo a poco y por eso ahora está publicado este libro.
Pero lo más importante de todo se ha producido en los últimos días, cuando el Congreso de los EEUU ha citado a Elizondo y le ha pedido que ratifique bajo juramento las afirmaciones vertidas en este libro. Elizondo ha sido muy claro: todo es verdad, sectores del estado profundo han estado durante 80 años encubriendo la situación y engañando a la población, para lo cual se han derivado ingentes cantidades de dinero público que no han sido fiscalizadas en ningún momento.
Y ahí se ha quedado la cosa de momento, pero las revelaciones continuarán hasta que se llegue a la disclosur completa. Elizondo puede quedarse satisfecho de haber cumplido su misión con lealtad a su pueblo, una misión que la historia le reconocerá más pronto que tarde.
Ya no hay excusa para ir haciendo elucubraciones. Todo lo que estuvieron diciendo los Darnaude, Jiménez del Oso, Freixedo y J.J. Benítez se ha demostrado cierto. Y todas las falacias de los agentes de desinformación, junto con las burlitas fáciles de los cuñados, se han caído. Alguno hay que intenta seguir sin plumas y cacareando, ceceando en el programa de su amigo, pero esta gente simplemente va a desaparecer por falta de utilidad, ya no es necesario encubrir aquello que ha salido abiertamente a la luz pública.
Pero después de la disclosur empieza la verdadera investigación. El asunto no se limita al típico humanoide que viene de un planeta cercano. Elizondo cita, a modo de resumen y conclusión del estado de la cuestión, un artículo de Harold Puthoff que dice lo siguiente:
Hay un fenómeno no identificado interactuando con la actual población humana en la Tierra. En estos momentos se desconoce si el fenómeno es exclusivamente extraterrestre, extradimensional, cripto-terrestre, demoníaco, proto-humano, viajeros en el tiempo, etc., o alguna combinación o mutación de cualquiera o de todas estas cosas. En cualquier caso, parece altamente probable que el fenómeno per se no esté formado únicamente por miembros de la actual población humana.
Claro, con este tipo de reflexiones es que se han creado esos nuevos informes del Pentágono que dicen que "no hay pruebas de que haya un origen extraterrestre". Claro que no, podría ser aún peor. Lo que seguro que no hay es explicación, eso lo tenemos claro.
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