12 de junio de 2024
La Tercera Revolución Industrial

A partir de la posguerra mundial, con el dominio de EEUU del mundo occidental, comienza inadvertidamente a germinar la semilla de lo que se vendrá en llamar la Tercera Revolución Industrial, si bien esa etiqueta creo que se queda corta para algo que ha constituido un cambio de paradigma civilizatorio. Lo importante de este proceso es que se trata de una serie de iniciativas públicas, vinculadas principalmente al ejército y otras agencias anexas. Digo esto porque no es cierta la imagen que se nos ha vendido de emprendedores tecnológicos que empiezan en un garaje.

Casi todas las primeras patentes relativas a la informática, que en aquel tiempo se llamaba cibernética, surgieron de Bell Labs, institución dedicada al I+D creada por AT&T, la compañía de Graham Bell. La inversión en esas patentes la hacía AT&T prácticamente a fondo perdido, porque estaba obligada a compartir sus descubrimientos con el resto de empresas estadounidenses. Pero esto lo hacía porque, a cambio, el gobierno federal le permitía mantener un monopolio de facto, el de las líneas telefónicas de EEUU. Se hablaba de "monopolio natural" por haber sido AT&T la empresa que inició el tendido de redes a partir de 1875, cuando se llamaba Bell Telephone Company. Pero, según las leyes antimonopolio de EEUU, no existía el concepto de monopolio natural, lo que existía era un intercambio de dinero por negocio con ventaja con el objetivo de disfrazar de iniciativa privada lo que realmente era iniciativa pública. También, en muchos casos, la financiación llegaba directamente del ejército o la CIA. Los sucesivos gobiernos de EEUU en esas décadas sabían muy bien que la iniciativa privada nunca podría dedicar los suficientes recursos a una investigación sin una rentabilidad clara a medio plazo, aparte de que unas patentes cerradas pertenecientes sólo a una empresa hubiesen retrasado mucho la adopción de esas tecnologías.

En 1947, Bell Labs presenta el primer transistor y la tecnología para desarrollar microprocesadores, si bien la comercialización directa de esto tardó casi una década, cuando uno de sus principales científicos, William Bradford Shockley, creó una empresa propia llamada Fairchild Semiconductor. A Shockley pronto le surgió la competencia de Texas Instruments y luego la de Intel. Pero Fairchild Semiconductor no fue fundada sin un mercado claro, había ya contratos grandes de la NASA y la USAF detrás. Por ejemplo, a mediados de los años 60, la NASA compraba el 60% de los procesadores que se fabricaban en EEUU.

En 1968, Bell Labs, el MIT y General Electric colaboraron en el desarrollo de Multics, el primer sistema operativo para ordenadores. Al año siguiente, Dennis Ritchie y Ken Thompson, programadores de Bell Labs, modificaron Multics para crear Unix.

En 1969, el Pentágono creó ARPANET, el germen de lo que hoy es internet, y para ello desarrollaron el protocolo TCP/IP, el mismo que aún se sigue utilizando.

En 1972, Ritchie creó el lenguaje C en Bell Labs para producir más eficazmente programas para Unix. El libro que publicó Ritchie, The C Programming Language, se convirtió en el estándar de facto del lenguaje, hasta que la ANSI lo estandarizó en 1985. Toda la informática actual aún deriva directa o indirectamente de Unix y del C, excepto el Windows.

El tratamiento de grandes volúmenes de datos, que en principio se había confiado al sistema de archivos, experimentó un gran salto cualitativo a partir de la aparición de Oracle, la primera base de datos relacional. El desarrollo de Oracle fue financiado al 100% por la CIA a partir de 1977, mediante un proyecto con ese mismo nombre. La financiación fue a manos de la empresa privada Software Development Laboratories, propiedad de Larry Ellison y dos socios más.

En 1983, aparecen los llamados Berkeley Sockets, desarrollados por la Universidad de Berkeley. Estos sockets eran librerías insertas en el sistema operativo Unix que permitían la interconexión rápida y sencilla de los ordenadores y todavía hoy son la base sobre la que se ejecuta el protocolo TCP/IP, es decir, internet. La Universidad de Berkeley hasta 1975 fue una institución financiada en un 95% por el estado de California, aparte de que en su fundación en 1868 recibió tierras de propiedad pública, y por eso es una de las llamadas land-grant university.

Es difícil cuantificar el rendimiento económico de estos avances, una vez comenzaron a incorporarse a las empresas privadas en los años 80 mediante bases de datos, hojas de cálculo, procesadores de texto o clientes de correo electrónico. Lo que sí que se puede afirmar sin ninguna duda es que toda la pujanza capitalista del periodo de Reagan tuvo detrás el viento a favor de los fuertes incrementos de productividad por la implantación de estas tecnologías en todos los procesos productivos. Y ese viento a favor se dio mucho más en los EEUU que en ningún otro país, simplemente por el acceso a los dispositivos a menor precio y la disponibilidad de mano de obra ya cualificada. Como en el caso de tantos otros movimientos que surgieron de EEUU en aquel tiempo, Europa no vio venir el cambio hasta que tuvo que incorporarse a remolque.

La propaganda liberal, obviamente, vendía este crecimiento económico como producto del emprendimiento, el endeudamiento, la devaluación de salarios y la desregulación general. De hecho, en 1982 Reagan ya dejó de financiar los desarrollos de Bell Labs y todo pasó a manos puramente privadas.

A finales de siglo, cuando ya la informática se había implantado en todos los países, el gobierno de EEUU inició una estrategia de concentración del negocio en su país. La burbuja del año 2000 fue la herramienta fundamental para esto.

Antes del año 2000, se desarrolló en Europa un discurso muy romántico acerca de una "nueva economía" y de un movimiento cultural y social que derribaría todo lo establecido como un tsunami. Todo esto se suponía que se basaría en estándares y en el movimiento del software libre, empezando por el Linux y herramientas como Apache, PHP o Postgresql. Apareció un tipo de intelectual más bien ridículo que se dedicaba a teorizar sobre los cambios sociales y culturales que estábamos viviendo, yo compré en aquel tiempo un libro titulado Infonomía, de un tal Alfons Cornella, que sólo fue basura y azúcar mental.

Cuando llegaron la caída bursátil y el secado de la financiación, quedaron estos intelectuales llamados "gurús" con el rabo entre las piernas, y ahí aprovechó la oligarquía estadounidense para tomar el control, dado que ellos eran los únicos que aún tenían capital. En Europa, se había desarrollado un "ecosistema" de empresas "punto com" que no estaba mal, pero tenía un tamaño local e ignoraba la lógica de este nuevo sector económico, una lógica que resumían muy bien en EEUU con la frase "sólo puede quedar uno". Como ya había ocurrido con la expansión norteamericana en la producción audiovisual, en Europa nadie hizo nada para proteger su producción propia y el "ecosistema" fue muy pronto arrasado por los grandes juggernaut norteamericanos con financiación ilimitada, que trabajaron a pérdidas durante muchos años. Políticamente, EEUU siguió imponiendo el libre mercado, y las autoridades europeas, asustadas y amedrentadas por un pinchazo bursátil que se había contagiado a sus bolsas locales, lo aceptaron sin negociar.

Olé, Ozú, Xing, Bol, Dinamic, Nokia, el mismo Linux, todo esto fue desmantelado o sufrió fuertes restricciones por la falta de financiación o las prácticas sucias norteamericanas.

Olé fue un buscador en lengua castellana, proyecto financiado por la Generalitat de Catalunya y privatizado luego por 200.000 pesetas (unos 3.000€ al cambio actual). El buscador se abrió al público el 1 de enero de 1996 y para marzo de ese año ya había superado el millón de búsquedas y crecía exponencialmente. Para 1998, Olé era el tercer sitio más visitado por los usuarios españoles, después de Yahoo! y El País. En 1999, con la burbuja en máximos, Telefónica pagó 3.000 millones de pesetas (lo que serían hoy unos 36 millones de euros) por Olé, que tenía 27 millones de búsquedas al mes y seguía creciendo. Telefónica integró Olé como buscador de su portal Terra y lideró el mercado hispanohablante, pero la torpeza de Juan Villalonga, ejecutivo de Power Point sin experiencia en el sector informático enchufado por Aznar, lo llevó a comprar el portal norteamericano Lycos, que tenía un buscador, y retirar Olé. Lycos era un portal visitado pero segundón, que los norteamericanos colocaron por unos 10.000 millones de euros de aquel tiempo, y según la lógica que Villalonga desconocía, al final sólo quedó Google. Telefónica anunció la compra de Lycos el 17 de mayo de 2000, dos meses antes de que el Nasdaq comenzara su desplome y perdiese el 75% de su cotización. Cuatro años más tarde, el sucesor de Villalonga en Telefónica vendió Lycos a una empresa coreana por 73 millones de euros. Detrás de Lycos fue Terra, el gran portal hispano hoy reducido casi a nada.

Ozú fue una especie de directorio, un concepto hoy abandonado pero que en los años 90 atraía a muchos usuarios. Ozú tuvo algo más de 50 millones de páginas vistas al mes durante 2001, pero quienes lo compraron no tenían idea de internet y no supieron evitar su decadencia.

Xing aún existe, fue lanzada en 2003 en el mercado alemán, más o menos en los mismos meses que LinkedIn en EEUU. Xing representa el modelo europeo de empresa de internet, que busca el beneficio desde el principio porque no puede acceder a la financiación ilimitada que se da en EEUU, y de ahí que su crecimiento haya sido más lento y no haya alcanzado un gran tamaño. Xing ha sido siempre rentable y ha aumentado su facturación cada año desde 2008, pero esa facturación en 2022 apenas ha estado en los 313 millones de euros, por los 14.000 de LinkedIn. En número de empleados, Xing apenas supera los 2.000, mientras que LinkedIn pasa de 18.000. Microsoft compró LinkedIn a finales de 2016.

Bol es otro caso muy parecido. Fue fundada en 1999 como tienda on line de libros y tuvo un arranque muy fuerte para hundirse a partir del año siguiente. Aún existe, pero su facturación hoy apenas supera los 5.000 millones de euros, la mitad de ellos en Holanda. Amazon en 2023 superó el medio billón de euros de facturación. No hay para las empresas europeas de internet, por muy bien que hagan las cosas, posibilidad de perder dinero durante décadas, y eso limita de manera muy determinante su crecimiento.

Otro ejemplo es Dinamic, productora de videojuegos española que lideró el mercado a finales de los ochenta y los noventa, pero que sufrió un abandono a partir del año 2000 y vio su mercado invadido por títulos norteamericanos y chinos y quebró en 2001.

Microsoft:

Esta empresa ha sido la mayor especialista en prácticas sucias y monopolísticas del sector informático, al menos hasta 2014, cuando por fin se marchó Steve Ballmer. Su primera y muy productiva estrategia fue presionar a los fabricantes de hardware para que vendiesen sus ordenadores con Windows ya instalado, firmando acuerdos exclusivos que les impedían instalar cualquier otro sistema operativo. Esto en aquel tiempo se vino en llamar la "Windows Tax", porque el usuario primero pagaba el Windows y luego ya decidía si quería instalarse el Linux o no. Lo cierto es que casi nadie se instaló el Linux e IBM, Dell, HP o los fabricantes taiwaneses tuvieron que aceptar esos contratos exclusivos para no quedarse fuera del mercado. Los únicos ordenadores que se vendían sin sistema operativo eran los servidores o las grandes compras por parte de empresas.

Microsoft, más tarde, todavía aumentó esa presión sobre los fabricantes al cobrarles una licencia única a cada uno según su volumen de facturación total, de modo que el vender ordenadores sin Windows instalado no les ahorraba un dólar. Aparte de eso, si Microsoft conocía que ese fabricante vendía algunos ordenadores con Linux instalado, la licencia que le ofrecía tenía peores condiciones.

No sorprende que Windows se convirtiese en un monopolio completo y cerrado. Lo que sorprende es que las autoridades no hiciesen nada.

A partir de 1994, las presiones principalmente de Dell y HP hicieron que Microsoft renunciase a estas prácticas, aunque ya era tarde para dejar espacio a ningún otro sistema operativo.

Pero las estrategias siguen hasta el día de hoy, convenientemente encubiertas. Por ejemplo, cuando se quiere instalar el Linux en un ordenador, normalmente usando una memoria USB de inicio, hay que manipular la BIOS, que ahora se llama UEFI. La UEFI va a impedir cualquier inicio desde la memoria USB si no se desactiva el llamado "secure boot", es decir, el bloqueo de cualquier instalación que no sea la del Windows originalmente instalado. Microsoft sigue obligando a los fabricantes que usen UEFI a usar el "secure boot" con claves criptográficas de firma para cada archivo de instalación. Como esas claves deben ser descifradas por un certificado raíz, y el ordenador en ese momento no tiene sistema operativo y no se puede conectar a internet, debe ese certificado raíz ser incluido de fábrica en la UEFI, y obviamente los fabricantes no incluyen de fábrica ningún certificado relativo al Linux, por lo que, aunque se intente firmar ese archivo de instalación, el ordenador no va a reconocer esa firma y va a bloquear la instalación. Entonces, la única solución es desactivar el "secure boot" y manipular un par de opciones más relativas al formato final del disco duro. Mi Dell y mi portátil HP sí que permiten desactivar el "secure boot", no sin grandes avisos de riesgo y peligro, pero hay otros fabricantes que ni tan siquiera permiten esa desactivación y, por tanto, instalar el Linux resulta imposible.

Otra práctica no reconocida pero evidente es la presión a ciertos fabricantes de hardware para que no desarrollen sus drivers para Linux, de modo que tiene la comunidad que desarrollarlos. Esto tiene un coste muy alto en horas de programación, sobre todo porque la documentación de cada dispositivo no es de fácil acceso y con cada modelo nuevo suele cambiar. Al final, lo que ocurre es que el usuario tiene que instalar el Linux a ciegas y muchas veces el sonido, la web cam o cualquier otro dispositivo interno no funcionan porque no son reconocidos. Es cierto que Dell, el fabricante que más ha presionado para permitir la instalación de Linux, ha publicado una lista de ordenadores suyos en los que se puede instalar Ubuntu con seguridad. Esa lista es larga, pero no completa, por ejemplo, en mi Dell Inspiron 7790 AIO la instalación falló porque no se reconocieron los altavoces.

Otra práctica sucia y muy evidente de Microsoft ha sido el consumo excesivo de memoria y otros recursos. Hasta Windows 7, cada versión de Windows consumía más y más RAM y procesador, lo que se convertía en una estrategia de obsolescencia programada. Esto no sólo afectaba al hardware sino a cualquier aplicación que se desarrollase usando las nuevas versiones de las librerías nativas, es decir, que las aplicaciones de nuevo desarrollo, o las actualizaciones de las ya existentes, consumían una cantidad aberrante de recursos que dejaba el ordenador prácticamente inservible en pocos años. Esto luego acabó siendo una trampa para la misma Microsoft cuando comenzaron a aparecer los dispositivos que se usaban con batería, porque Apple tenía sistemas operativos mucho más eficientes, no diseñados para despilfarrar la energía.

Entre 1998 y 1999, Microsoft tuvo que enfrentar el llamado "caso EEUU contra Microsoft", una demanda judicial por prácticas monopolísticas en la llamada "guerra de los navegadores". Microsoft vendía el Windows con el Explorer instalado, y además lo precargaba al iniciar el sistema. Esto hacía que, a pesar de que las preferencias de los usuarios hasta el momento habían ido hacia Netscape, que fue el primer navegador web de uso general, muchos usuarios encontrasen más cómodo el uso de Explorer y comenzasen a abandonar Netscape. Hubo en principio una sentencia que obligaba a dividir Microsoft en varias empresas, pero luego hubo un recurso y la condena quedó reducida a una compartición de las API nativas y poco más. Netscape tuvo que mutar en Firefox y ser distribuido gratuitamente.

Una vez Explorer alcanzó una cuota de mercado apreciable, Microsoft comenzó el ataque contra los estándares usando HTML y Javascript propios, con la idea de monopolizar la web. Esto no lo consiguió porque despertó un gran rechazo, pero durante años fue necesario desarrollar una web para Explorer y otra para todos los demás navegadores si se quería llegar al 100% de los usuarios.

Al final, la presión de Steve Jobs desde Apple para usar solamente estándares, el éxito del iPhone y la incapacidad de Microsoft para desarrollar un sistema operativo para móviles acabaron con esta situación y forzaron a Steve Ballmer a renunciar.

Antes de irse, cerró un acuerdo con Nokia en 2011, en su desesperación por alcanzar alguna cuota en el mercado de móviles con su sistema Windows Phone. Nokia era en aquel momento el principal fabricante de móviles en el mundo y firmó uno de los peores acuerdos comerciales de la historia, se obligó a instalar Windows Phone en casi todos sus dispositivos. En ese tiempo, ya Android comenzaba a aumentar su cuota de mercado gracias a la aceptación de los dispositivos Samsung. Nokia intentó protegerse de un acuerdo con tanto riesgo introduciendo una cláusula por la que Microsoft quedaba obligada a comprar toda la empresa si las ventas caían. Y las ventas no cayeron, sino que se desplomaron, para 2013 ya Nokia ocupaba la décima posición entre los fabricantes de móviles y Microsoft la compró por 5.400 millones de euros. En 2014 Microsoft eliminó la marca Nokia y pasó a vender los móviles con la marca Microsoft. Las ventas siguieron bajando y en 2017 Microsoft anunció que dejaba de vender móviles y descontinuaba Windows Phone, que había renombrado como Windows Mobile.

La pregunta aquí es si Microsoft hubiese actuado de la misma manera si Nokia hubiese sido una "joya de la corona" norteamericana, y yo pienso que no, que habría tenido algo más de respeto o las autoridades hubiesen parado la operación calificándola de monopolística. Europa perdió con Nokia una muy buena oportunidad de liderar la fabricación de móviles de gama media-alta, nunca Samsung hubiese sido lo que es si Nokia hubiese desarrollado una versión propia de Linux en lugar de ir a asociarse con Microsoft.

Amazon:

Jeff Bezos es un emprendedor supuestamente tecnológico que proviene del mundo de la especulación financiera. Al momento de fundar Amazon, es vicepresidente de D.E. Shaw & Co., una gestora de fondos de Wall Street. La gestión de la empresa ha consistido, en gran medida, en la creación de una burbuja bursátil basada en unas fuertes cifras de crecimiento en la facturación, sin obtener un beneficio real. La tienda de Amazon ha vendido prácticamente a pérdidas durante dos décadas con la idea de matar a toda su competencia, incluyendo las tiendas físicas. El objetivo final declarado por Bezos a los accionistas era, supuestamente, acabar subiendo los precios una vez se hubiese alcanzado el práctico monopolio de la distribución mundial, pero esto no ha sido posible hasta hoy porque la venta por internet no tiene barreras de entrada, de modo que cualquier subida de precios que Amazon intente será respondida con un cambio de tienda por parte de los clientes. Esto yo recuerdo que el mismo Bezos lo reconoció con la boca pequeña en una entrevista, en la que dijo que no era fácil cambiar "de un modelo de crecimiento a un modelo de beneficio". No es que no sea fácil cambiar, es que la tienda de Amazon ha vendido mucho más expectativas, fantasías y ampliaciones de capital que libros. Una bajada a la realidad hubiese significado para Amazon la pérdida de la mitad de su capitalización. Entonces, la estrategia de Amazon ha consistido en ir ideando nuevas líneas de negocio, algunas sin mucho fundamento, que disparasen la imaginación de los compradores de acciones. Amazon ha vendido un móvil llamado Fire Phone, botones de compra automática para pegar en las lavadoras, descargas de películas, comida y verdura a domicilio o altavoces de reconocimiento de voz. Su negocio más ridículo ha sido el supermercado Amazon Go, un supermercado físico y tradicional en el que no había que pasar por caja porque la inteligencia artificial detectaba cada producto que se compraba y luego lo cobraba on line. La realidad era que la detección de las compras la realizaban mil trabajadores indios mediante unas camaritas.

Pero entre las ocurrencias de Bezos estuvo también Amazon Web Services, un negocio de alojamiento web que sí que ha sido un completo acierto y a partir del cual ha venido todo el beneficio de Amazon, sin que la tienda on line haya dejado de representar una parte sustancial de su cotización bursátil.

Si Bezos se estableció en un garaje y vendió su primer libro en julio de 1995, para mayo de 1997 ya había sacado la empresa a bolsa. De ahí ha venido siempre su financiación, ha sido una growth company sin beneficio.

En las cifras de facturación y pérdidas de los tres ejercicios anteriores a su salida a bolsa puede verse la estrategia:

Año Facturación Pérdidas
1994 $0,5 m. $303.000
1995 $5,1 m. $303.000
1996 $15,7 m. $5,7 m.

Entonces, el primer año cada euro de facturación le cuesta 60 céntimos de pérdidas. El segundo año, las pérdidas se reducen mucho. Pero el tercer año, cada euro de facturación le cuesta 30 céntimos de pérdidas.

Amazon salió a bolsa a $18 por acción, lo que daba una capitalización de $438 millones para 24,3 millones de acciones en circulación. Hoy tiene 10.670 millones de acciones y sigue sumando. Todo su crecimiento se ha financiado con ampliaciones de capital, esto ha sido y es Amazon.

Ese modelo de empresa que crece en pérdidas ya existía, y Bezos lo conocía perfectamente. Normalmente, se trataba de empresas cuyos negocios disponían de un efecto red que se convertía en una barrera de entrada insalvable una vez se hubiese alcanzado una masa crítica. Esto ya he dicho que no se producía con Amazon, lo que sí que se producía era la destrucción del tejido comercial de EEUU y Europa, la quiebra de miles y miles de tiendas con negocios legítimos y bien arraigados en su zona.

Las críticas sobre la falta de beneficio han acompañado siempre a Amazon y se endurecieron mucho más a partir del año 2000. En ese ejercicio, Bezos tuvo que reportar beneficio durante un trimestre, un céntimo por acción, y esto calmó a los inversores. Pero ésta no era la idea de Bezos, su idea era operar a pérdidas y destruir el negocio de los demás, y frente a esto ni EEUU ni Europa han hecho nunca nada.

De los libros se pasó a los CDs, luego a la ropa, luego a los zapatos y luego a todo, intentando controlar también el procesamiento de los pagos, creando marcas propias e incluso dando pequeños créditos a algunos fabricantes.

Las prácticas monopolísticas de Amazon han sido muy evidentes, sobre todo mediante Amazon Prime y Amazon Locker.

A partir de febrero de 2005, Amazon ofrece un servicio de suscripción llamado Amazon Prime, que consiste básicamente en pagar una cuota fija anual por adelantado para tener una especie de tarifa plana en los gastos de envío de cada producto. Esto lleva al cliente a intentar pedirlo todo en Amazon, los otros competidores no pueden cobrar ese precio fijo anual porque no tienen esa cuota de mercado y no son la tienda necesaria. Amazon prácticamente obliga a sus clientes a darse de alta en Amazon Prime mediante mensajes, advertencias e incluso discriminación en el acceso a las taquillas Amazon Locker diciendo al no abonado que están llenas, entre otras prácticas muy difíciles de detectar. El contenido audiovisual que ofrece esta suscripción hay a quien le gusta, pero es barato y malo, la idea es cobrar por adelantado los gastos de envío.

Amazon Locker es un producto muy bueno y conveniente, pero es exclusivo de Amazon. La copia europea es inPost Locker, pero pocos comercios la usan.

En Europa no ha habido regulación ni para el Prime, ni para el Locker, ni para una empresa extranjera que opera a pérdidas durante varias décadas impidiendo que el sector se desarrolle correctamente. Lo mínimo que sería necesario es dividir AWS y la tienda en dos empresas distintas, pero esto sólo las autoridades de EEUU lo pueden hacer.

Y hay que recordar que parte de esa financiación ilimitada la hemos aportado nosotros mismos, yo la primera acción que compré en mi vida fue la de Amazon.

Google:

En el año 2000, la idea de los inversores en el negocio de los buscadores era ofrecerlos gratuitamente como un complemento a los "portales", a webs que debían servir de página de inicio y punto de entrada a internet y que iban acumulando más y más enlaces y recuadros publicitarios. De alguna manera, aquellos portales les debían algo a las portadas de los periódicos.

Cuando Google apareció, tardó un poco en arrancar, pero con el tiempo se fueron viendo sus ventajas. Google era sólo un buscador y no pretendía ser nada más, la página de inicio estaba completamente vacía, sólo tenía el cajetín de búsqueda. No se entendía de qué forma iba a ganar el dinero, pero eso no impedía que disfrutase también de la financiación ilimitada, al igual que Amazon. La frase de sus fundadores como consejo a los jóvenes que emprendían proyectos en internet era: "No pienses en el modelo de negocio". Al final simplemente copiaron el modelo de Goto.com, insertar anuncios de sólo texto entre los resultados de búsqueda y cobrar por cada click. Hasta hoy, ese modelo es el único que realmente funciona.

Google fue poco a poco acaparando más y más cuota de mercado porque tenía dos características que lo hacían superior a los buscadores de Yahoo!, Altavista, Excite o Lycos: podía indexar todo el texto de las páginas, no sólo unas palabras clave, y había desarrollado un baremo muy eficaz para la ordenación de los resultados basado en el número de enlaces entrantes a esa página. Dado que la indexación en Yahoo! era completamente manipulable, porque se podían escribir palabras clave sin relación con el contenido de la página, Google fue creciendo sin parar, ante la dejadez de los grandes portales, que seguían viendo el negocio en la producción de contenidos.

Google ha monopolizado la web, ha usado el protocolo HTTP como propio, y nunca ha producido un artículo, siempre ha usado los que hemos escrito los demás. En el momento en el que se convirtió en el buscador hegemónico, los periódicos entendieron erróneamente que la indexación allí era algo estrictamente necesario para su negocio, de modo que siguieron produciendo más y más contenido para que Google colocase en él su publicidad sin pagarles un euro.

Las características de Google lo hacían muy intensivo en recursos, era muchísimo el volumen de texto que debían indexar y ese texto debía ser procesado muy intensamente para evitar las manipulaciones en la baremación de los resultados, porque engañar a Google se había convertido en un negocio muy rentable. Para evitar el excesivo coste del hardware, usaron desde el principio pequeños servidores con Linux, incluso llegaron a comprar PC viejos de segunda mano, es decir, que sin el Linux no habría sido posible el Google, pero Linux no cobró tampoco ni un céntimo. Este ejemplo sirve para entender cómo los primeros programadores que desarrollaron la informática e internet con un deseo de mejorar el mundo iban siendo desplazados por otros que buscaban la rentabilidad económica sin ningún escrúpulo.

Google salió a bolsa en agosto de 2004 con 172 millones de acciones en circulación, y hoy el número de acciones supera los 13.000 millones. No se diferencia en este caso de Amazon, su financiación ha venido de las ampliaciones de capital. En el caso de Google, la situación es aún más ridícula, porque más del 40% de sus acciones en circulación pertenecen a una "clase C" que no tiene derecho a voto. Dado que la empresa nunca ha dado un dividendo, más allá de una reciente recompra de acciones, estamos hablando de activos sin rendimiento y sin derecho a nada, los directivos pueden emitir cuantas acciones quieran sin que se vea afectado su control de la compañía. De hecho, ya las acciones con derecho a voto que también cotizan son una "clase A" que sólo tiene una décima parte de los derechos de voto de la "clase B", que son las acciones que retienen los fundadores y que no cotizan.

Está demostrado que Google falsea y manipula los resultados de búsqueda con un sesgo ideológico sin dar explicaciones a nadie. Esto lo hace también con el YouTube. En el buscador, simplemente hunde el enlace conflictivo en la segunda o tercera página, sin borrarlo del todo. En YouTube directamente borra vídeos basándose en el concepto de "discurso de odio". Además, el buscador interno del YouTube muestra resultados sin ninguna relación con las claves de búsqueda. Tampoco nadie sabe los criterios por los que un vídeo aparece entre las sugerencias de la primera página.

La otra estrategia monopolística ha sido el acaparamiento de datos, siguiendo la línea de Facebook. El primer movimiento en ese sentido fue el lanzamiento de Gmail en 2004, que solucionó el problema del spam pero también sirvió para obligar al usuario a dar de alta una cuenta que permitiese su rastreo. La "cuenta Google" sirvió para Gmail pero también para el buscador y para cualquier otro servicio de los muchos que la empresa iba lanzando gratuitamente. Incluso se han sumado miles y miles de sitios web que ofrecen la autentificación con esa cuenta. A esto se sumó a partir de 2005 YouTube, servicio que Google compró por $1.658 millones y que hoy está valorado en $180.000 millones. Aquí también, por supuesto, es necesaria la cuenta Google, cuenta que no puede conseguirse sin una dirección de Gmail. Hoy, el YouTube es el único servicio de Google no prescindible, no tiene competencia.

Otra de las jugadas sucias de Google fue la creación de Google Reader en 2005, un agregador de artículos que desplazó rápidamente a Bloglines, el agregador de referencia en aquel momento. En 2013, Google Reader simplemente fue cancelado para intentar promover el uso de Google+, una especie de imitación de Facebook que fracasó enseguida. Con el cierre de Google Reader, Google mató los blogs y condujo a los usuarios hacia las redes sociales.

Facebook:

Facebook ha sido la empresa más deshonesta y dañina de las grandes tecnológicas. Todavía no podemos cuantificar el daño que ha causado, pero pienso que en el futuro será considerada como hoy las tabacaleras.

Desde el principio, los diseñadores de Facebook conocían el efecto adictivo de la dopamina en el cerebro y cómo las continuas notificaciones producían pequeñas descargas que enseguida llevaban a los usuarios a necesitar consultar continuamente la aplicación. De modo que esa orla que fabricó Zuckerberg en Harvard no evolucionó hacia una información útil que la gente pudiese consultar, sino que se convirtió en un programita tóxico que deterioró el nivel de atención de las personas, que redujo la productividad en el trabajo o el estudio. Las notificaciones continuas por cada pequeño evento irrelevante pretendían dar la sensación de que "algo estaba pasando", aunque lo único que ocurría era que alguien había visto su página, alguien había dicho que le gustaba lo que a esa persona también le gustaba, alguien había comentado en el perfil de un amigo común... Esto produjo estragos en la salud mental, especialmente en los adolescentes a partir de la popularización de Instagram.

Uno de los primeros ex ejecutivos de Facebook que ha reconocido esta estrategia es Chamath Palihapitiya, quien en 2017 dijo:

Los bucles de refuerzo a corto plazo basados en la dopamina que hemos creado están destruyendo el funcionamiento de la sociedad. No hay discurso. No hay cooperación. Hay desinformación. Hay falseamiento de la realidad. Y no es un problema sólo de EEUU. Esto no va de anuncios de propaganda rusa. Esto es un problema global.

Este individuo era el growth hacker, el inventor de los trucos psicológicos, de los pulgares para arriba, los corazones, los iconitos de colores. El objetivo era crecer a cualquier precio, aumentar el número de páginas vistas exponencialmente y multiplicar la valoración de la compañía para convertirse rápidamente en milmillonarios y superhéroes del capitalismo, independientemente del daño causado. Por mucho que reconozca que se siente culpable y que, al momento de diseñar la aplicación, sabía que lo que estaba haciendo no era bueno, los millones no los va a devolver. Tampoco se diferenciaron mucho de Marlboro, Coca Cola o McDonald's, las empresas norteamericanas llevan un siglo pensando estrategias para producir adicción.

El Facebook pronto se convirtió en un estándar de facto que sustituyó a muchas de las webs de empresa, y las que mantuvieron sus webs se vieron obligadas a poner en el Facebook algo. La presión social por dar de alta un perfil era difícil de resistir. Todavía en algunos casos, como por ejemplo en algunos sindicatos de España, es casi obligatorio estar registrado para poderse enterar de lo que ocurre, información por la que el afiliado está pagando se vierte por ahí. Luego Facebook compró el Instagram, dirigido a adolescentes y aún más adictivo, de modo que para ellos ha sustituido incluso a la mensajería instantánea.

La segunda compra grande fue la de WhatsApp, una compra no basada en la mejora de la rentabilidad sino en anular una competencia que podía hacer daño a Instagram. Pienso que el WhatsApp es el peor de todos, en España se ha convertido en un estándar de facto que usan ya muchas empresas obligatoriamente para prestar sus servicios. Esta aplicación es privada y cerrada, no sigue ningún estándar y los datos acaban en EEUU.

El modelo publicitario de Facebook/Instagram no ha funcionado tan bien como el de Google, pero suficientemente bien. Los anunciantes compran los datos de los usuarios y eligen la edad, la ciudad de residencia, el estado civil, la profesión, las aficiones, la alopecia o el sobrepeso de los receptores de los anuncios. La inteligencia artificial cruza los datos de "me gusta" o de visualizaciones de páginas para establecer conclusiones. Cuanto más perfilado esté cada usuario, mejor se podrán cobrar los anuncios. Esto es realmente el "regalito" de las aplicaciones gratis.

El Facebook, obviamente, gozó también de financiación prácticamente ilimitada. Si empezó su actividad en febrero de 2004, para el verano ya había entrado el inversor Peter Thiel con medio millón de dólares por el 10% de la compañía. En abril de 2005 entraron 12 millones más por parte de Accel Partners y un año más tarde entraron otros 27 millones por parte de unos cuantos inversores, las típicas firmas de capital riesgo de Silicon Valley.

No ha sido Facebook una empresa que haya dado muchas pérdidas antes de producir beneficios, en eso ha sido extremadamente eficiente. Para septiembre de 2009 ya reportó el primer beneficio operativo y para 2011 los beneficios llegaron a los mil millones de dólares. Era un crecimiento fácil y barato, los mismos usuarios se convertían en sus mejores vendedores, prácticamente obligaban a su círculo social a entrar, nadie quería aparecer en la página con pocos amigos.

Vuelve el modelo anglosajón de emprendedor:

A partir del año 2000, cuando la caída bursátil facilitó la concentración del negocio en unos cuantos gigantes, comenzó a difundirse una nueva mitología liberal basada en las llamadas start-ups. Aparecían unos jóvenes, casi siempre blancos, anglosajones y residentes en un área muy concreta de California, que habían diseñado una web para publicar mensajes y que había sido tan buena idea, había en ella tal grado de excelencia en la programación, que estaba creciendo como la espuma sin gastar nada en publicidad. Detrás de estos jóvenes hechos a sí mismos, que empezaban de la nada, siempre estaba alguna firma de capital riesgo, o alguno de los milmillonarios prejubilados, que aportaba el capital y la dirección real del negocio. No se gastaba en publicidad tradicional, pero se gastaba mucho en presentaciones, eventos de Power Point, posicionamiento en Google, relaciones públicas, financiación de medios de comunicación e incluso creación de perfiles falsos. Estas empresas, aplicaciones que se ejecutaban en los sistemas operativos o navegadores de otros, estaban destinadas a ser vendidas a alguna de las más grandes, no sin antes haber enriquecido a aquellos jóvenes que habían sido tan valientes e inteligentes por haber emprendido en su garaje. Las start-ups, obviamente, se han basado en emprendimiento miserable y empleo precario, con una tasa de supervivencia del 10%. El modelo se ha intentado imitar fuera de California pero, al igual que sucedió en el siglo XX con el cine, esto no ha sido posible.

Es claro que montar una empresa por cada aplicación es ineficiente, pero la idea era vender el modelo capitalista anglosajón y seguir la línea del reaganismo en la bajada de salarios. La intención de toda esta mitología liberal ha sido la de siempre: inducir al individualismo y dividir a los obreros. Si alguien no se hacía millonario escribiendo una aplicación para iOS era por su falta de inteligencia, no por nada más, o por no haber perseverado lo suficiente.

El hecho de que todas las aplicaciones exitosas proviniesen de chicos blancos y anglosajones de EEUU sólo se debía a su superior inteligencia, aunque se entendía que posiblemente algún día los europeos podrían acceder a ese éxito. Mientras tanto, era muy importante no poner barrera alguna ni proteccionismo y dejar que las aplicaciones norteamericanas acapararan todos los datos europeos y arrasaran cualquier iniciativa no norteamericana. Y en Europa esta idea se compró sin ninguna crítica, surgieron los imitadores hablando en spanglish, se fueron a hacer viajes a "siliconbali", tenían un elevator pitch, tenían unas zapatillas New Balance. El futuro era la "estártap", la pyme que producía empleo basura. Se quiso creer que toda pyme podía crecer como el Facebook.

Cómo China se ha resistido:

En China no ha sucedido lo mismo que en Europa, la propaganda liberal no se ha querido comprar. Allí, el estado centraliza internet y aprueba los sitios que considera convenientes. Por ejemplo, en 2006 bloqueó el Google y lo obligó a censurar ciertos contenidos. Luego, a partir de las protestas en Taiwán de 2009, bloqueó el YouTube, el Facebook y el Twitter. Las redes sociales que han funcionado en China han sido Tencent QQ, WeChat o Meituan, entre otras. Estas empresas fueron creadas bajo la tutela pública y aún están fuertemente reguladas. A partir de 2010, Google prácticamente se marchó de China y los buscadores que han prosperado allí han sido Baidu y Soso. Tampoco se puede acceder a Gmail.

Si el gobierno chino no hubiese encontrado la excusa en las protestas de Taiwán, habría buscado otra excusa. La idea era, además de controlar los contenidos, evitar que los datos se fuesen para EEUU.

Tampoco Amazon ha podido prosperar allí, en 2004 compró Joyo.com para posicionarse, pero en 2019 tuvo que cerrar. En este caso, no hubo prohibición de ningún tipo, sino una competencia muy fuerte por parte de Alibaba y JD. Especialmente Alibaba recibió el apoyo del gobierno chino en un principio en cuanto a regulación laxa e incluso financiación.

En cambio, en el caso de Microsoft y Apple sí que China ha permitido su funcionamiento, simplemente porque le ha interesado, porque no acaparan datos y tampoco hay ninguna empresa china que pueda aportar esos productos.

Privatización de los estándares y protocolos:

Es importante comprender la importancia de los estándares. Nadie imagina que el teléfono, la televisión o el servicio de correos estuviesen en manos de una sola empresa, pero sí que muchos parecen ver normal que toda la mensajería esté en manos de Facebook y todo el e-mail en manos de Google.

La informática no se pensó así desde un principio, sino que se planteó en base a estándares. La ANSI (American National Standards Institute) fue fundada en EEUU en 1918 como organización sin ánimo de lucro por parte de varias sociedades de ingeniería y tres agencias estatales. Los estándares no sólo se pensaron para preservar los derechos de los ciudadanos sino también la libre competencia empresarial.

El primer estándar informático que la ANSI desarrolló fue el ASCII, el conjunto de caracteres de los archivos de texto, en 1963. El primer lenguaje de programación estandarizado vino en 1966, el Fortran 66. El COBOL se estandarizó en 1968 y el estándar del C llegó en 1989.

En 1947, se creó una organización parecida a la ANSI para todo el mundo, que fue la ISO.

Al aparecer la web, Tim Berners Lee quiso crear una organización aparte dedicada a proteger y desarrollar los estándares, y creó el World Wide Web Consortium, que aún hoy administra decenas de estándares, entre los que destacan el HTML, el XHTML, el CSS, el XML o el JSON. El Javascript lo estandarizó Ecma Internacional, una especie de ANSI europea.

Es obvio el beneficio que da a un programador el trabajar con estándares, porque se asegura que todos los intérpretes o compiladores que se adhieran a ese estándar vayan a poder entender lo que escribe, y se asegura también que cualquiera pueda desarrollar un intérprete o un compilador para ese lenguaje.

Obviamente, las empresas tecnológicas que adquieren cuotas de mercado muy grandes y aspiran al monopolio no están interesadas en los estándares, porque permiten que entre competencia. Y, dada la laxitud con que las autoridades han tratado las prácticas monopolísticas cuando se ha tratado de empresas tecnológicas y de internet, los estándares que han tomado más relevancia han estado sometidos siempre a fuertes ataques. He explicado ya antes cómo Microsoft intentó privatizar el HTML y el Javascript.

Pero una cosa son los estándares y otra los protocolos. Un protocolo no es una especificación de un lenguaje, sino unas reglas por las que unos servidores conectados a internet aceptan conectarse y transferirse datos. En este caso no hay discusión acerca de la especificación del protocolo, porque no se puede pervertir, o se cumple totalmente o ese servidor es rechazado al conectarse a la red. El problema viene cuando una empresa controla o mediatiza la práctica totalidad de los servidores de esa red, o bien crea un protocolo nuevo y privado para prestar el mismo tipo de servicio y consigue que los usuarios abandonen el protocolo de dominio público. En cualquiera de esos dos casos, lo que hay es una privatización del protocolo. Esto es lo que ha ocurrido con todos los protocolos relevantes de internet, sin que hasta la fecha las autoridades hayan hecho nada al respecto.

El movimiento del software libre ha contribuido involuntariamente a esta situación, por esa idea de que el software es gratis y el trabajo del programador no necesita remuneración, porque las prácticas monopolísticas se han basado precisamente en eso, en dar gratuitamente un programa que ha costado muchos millones de desarrollar. La realidad que subyace no tiene nada que ver ni con internet ni con grandes movimientos de libertad, sino con el operar a pérdidas hasta tomar una posición monopolística en un mercado. Si el movimiento por la libertad en internet se hubiese basado en presionar por una regulación temprana y una fiscalización del origen de los beneficios, la situación actual de los servicios digitales sería completamente distinta. Las empresas deben financiar su actividad con la facturación, no con las ampliaciones de capital.

El protocolo HTTP se desarrolló en 1991 por el World Wide Web Consortium para acompañar al lenguaje HTML a la hora de servir páginas web. Este protocolo es muy simple y básicamente sirve para que se comunique un navegador con un servidor web y se pueda descargar una página. El HTTP cayó en los primeros años de este siglo en manos de Google gracias a su financiación ilimitada, porque ya he explicado antes que Google estuvo muchos años vendiendo sólo acciones y las autoridades no hicieron nada, para 2004 había vendido ya casi 20 millones de acciones por un valor aproximado de casi $6.000 millones. No necesitaba esta empresa facturar por ningún producto o servicio, el mero hecho de acaparar más y más cuota de mercado era muy buen negocio. Pronto quedó claro que quien no estaba en Google no existía, y que la web era propiedad de una empresa nada más. Los dos fundadores aparecían en los medios como héroes, nadie pensaba en proteger el protocolo, todos pensaban en repetir las hazañas con alguna otra aplicación web. Pero las puertas se iban cerrando: una vez que los primeros que llegaron tomaron las posiciones más rentables, lo que quedó después fue pelearse por trocitos cada vez más pequeños del mercado.

Google también ha privatizado el SMTP y el POP. En este caso, la privatización no ha sido tan completa pero sí parcial. Gmail ha sido otra herramienta gratuita que ha usado el efecto red para filtrar la publicidad, y así Gmail funcionó desde el principio mucho mejor que ningún otro servicio y acaparó mucha cuota de mercado. Microsoft intentó resistirse con Outlook y consiguió algo en el ámbito de la empresa gracias a su integración con Office, pero Yahoo!, AOL o Terra perdieron sus usuarios muy rápido. Nadie ya configura un servidor SMTP y se dedica a enviar e-mails desde su propio dominio, el protocolo ha sido completamente pervertido.

Otro de los protocolos exitosos en los inicios de internet fue el IRC, que servía para "chatear" mediante unos canales temáticos e hilos privados. El IRC era también una red de servidores a la que cualquiera podía conectar su propio servidor y crear canales. Los usuarios se conectaban con programas cliente tipo mIRC o applets en Java insertados en webs. Pero pronto Microsoft lanzó el Messenger como programa con alguna mejora pero cerrado y propietario. El IRC desapareció prácticamente en pocos meses sin que nadie hiciese nada. El Messenger fue luego destruido por WhatsApp, que de paso se llevó por delante también al SMS y a un estándar incipiente ideado para este tipo de mensajería, que fue el XMPP.

El WhatsApp es otra aplicación del mismo tipo: de uso muy simple, gratuita, sin publicidad, amable al usuario de baja inteligencia, con estrategias para reforzar la adicción, protocolo cerrado y financiada a fondo perdido por una empresa privada. El WhatsApp no es gratis, cuesta muchos millones al año en servidores y mantenimiento del código, pero esas pérdidas se convertirán en un futuro en una gran rentabilidad cuando el CEO de Facebook entienda que ya no tenemos escapatoria. De momento, en España ya se ha convertido en un estándar de facto.

Otro protocolo muy útil es el FTP, que sirve para gestionar archivos en equipos remotos. Una persona registra un alojamiento web y luego se conecta con un programita para ir subiendo archivos desde su ordenador. A partir de 2008, apareció Dropbox, que automatizaba esta tarea y permitía replicar una carpeta local en un sitio remoto de manera transparente, pero obviamente ese sitio remoto ya no podía ser registrado aparte y había que usar los servidores de Dropbox, convirtiendo el FTP en un sistema cerrado y dándole a Dropbox todos los datos. En poco tiempo, Microsoft y Apple vieron la amenaza y lanzaron sus propios servicios, integrándolos mejor en sus sistemas operativos, con lo que aplastaron a Dropbox. Hoy, el mercado de servidores de uso doméstico ha desaparecido y son OneDrive e iCloud los que dan ese servicio. En la parte del alojamiento web para empresas, Microsoft y Amazon están también en el camino del duopolio con Azure y AWS.

El acaparamiento de datos:

Los datos de actividad, en el volumen y el detalle que manejan las grandes tecnológicas, son una fuente de poder difícil de cuantificar. Por lo pronto, se ha visto que se usan para:

  1. Campañas electorales: Trump, Biden y todos los demás husmean en registros de "me gusta" o en mensajitos para perfilar sus anuncios electorales. Es famoso el escándalo de Cambridge Analytica, que simplemente usó una herramienta del Facebook que era pública y que facilitaba esas búsquedas transversales. Sabiendo de lo que hablan los votantes potenciales es muy fácil decirles lo que quieren oír, así que no es exageración decir que los datos hoy en día dan el poder político.

  2. Promoción de productos: se ha generalizado la publicidad de rastreamiento, los ridículos intentos de la UE por poner mensajitos para las cookies no han evitado esto. Las empresas rastrean al usuario para mostrarle anuncios más significantes, pero también para conocer las opiniones de sus propios productos (por ejemplo, con el servicio de búsquedas de pago del Twitter) y para perfilar el diseño de sus productos. Esto hará que, en los próximos años, las empresas que dispongan de más datos vayan sacando del mercado a las que no dispongan de esos datos.

  3. Estudio del comportamiento: los algoritmos de YouTube o Spotify, o las recomendaciones de productos de Amazon, se basan en el estudio del comportamiento, lo que da una ventaja decisiva a estas empresas más grandes con respecto a las que intentan competir.

  4. Influencia en el imaginario colectivo: quien controla los datos y conoce lo que la gente opina o siente puede controlar el pensamiento y la percepción de la realidad. Esto va a sustituir a la vieja manipulación basada en religiones o medios de comunicación.

  5. Diseño de nuevas aplicaciones: las estrategias monopolísticas y adictivas de estas primeras aplicaciones pueden quedarse pequeñas cuando la inteligencia artificial procese todo ese volumen de datos que se van acumulando. Es probable que ya no sea nada fácil entender o denunciar esas estrategias. La idea de esta gente, por supuesto, es que no haya marcha atrás, que sea la misma sociedad la que se resista a las regulaciones.

La situación actual:

Dada la inacción de las autoridades, la situación que nos encontramos actualmente es una privatización a todos los niveles de los servicios digitales, con una centralización en EEUU. El usuario medio usa WhatsApp para mensajería, Gmail para el e-mail, YouTube y Netflix para el contenido audiovisual y puede que Instagram o Twitter, todo lo que consume está sometido a filtro, censura, manipulación mental e ingeniería social. EEUU ha colonizado Europa sin ningún esfuerzo, el fenómeno de Hollywood se queda corto ante esta nueva forma de control.

Conclusiones:

  1. A partir de la llegada de Reagan al poder, el desarrollo de la informática e internet se convirtió en una estrategia de colonización y creación de monopolios, con una centralización en EEUU.

  2. Toda la ventaja de las grandes tecnológicas de EEUU con respecto a las iniciativas europeas se ha basado en operar a pérdidas mediante una financiación ilimitada apoyada en ampliaciones de capital y burbujas bursátiles.

  3. Estas grandes tecnológicas monopolísticas de EEUU han usado estrategias muy obvias para pervertir estándares y protocolos, expulsando del mercado a su competencia. Esas estrategias se han basado muchas veces en la creación de adicciones, con el consiguiente deterioro mental de la sociedad.

  4. EEUU ha usado toda esta situación para reforzar su ideología liberal y dividir a la clase obrera con unas promesas de enriquecimiento rápido individualista que no se han cumplido.

  5. Europa actualmente se encuentra completamente colonizada por EEUU a nivel digital y sus estrategias de regulación son débiles y poco inteligentes.

  6. China, en cambio, ha sabido jugar mejor sus cartas y ha protegido su soberanía.

  7. La situación actualmente sigue empeorando porque el uso de grandes volúmenes de datos de actividad de los usuarios da una ventaja aún más decisiva a estas tecnológicas monopolísticas.

  8. Existe también una privatización y centralización del imaginario colectivo, dado el poder de influencia y censura que estas empresas han conseguido.

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© A. Noguera